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Cuando eras pequeño
y tenías un problema,
ibas corriendo a tus padres
para contárselo.
Pero ahora
puede que sientas que tus padres
ya no te entienden.
No es que no quieras hablarles.
Lo que pasa
es que cuando lo intentas,
parece que no te están escuchando.
Quizá sientas el impulso
de subir la voz,
pero gritarles no solucionará nada,
y es una falta de respeto.
O tal vez decidas
dejarles de hablar del todo.
Sin embargo, en Proverbios 15:22
la Biblia enseña que eso
hará que te sientas peor.
Así que dejar de hablarles
no sirve de nada.
Es mejor que busques un buen
momento para hablar con ellos.
Otra opción es escribirles una carta
en la que les expliques
lo que sientes
con sinceridad y respeto.
Pero ¿y si el problema es que
tus padres quieren hablar pero tú no?
Puede que hayas tenido
un mal día en clase.
Y es verdad que cuando
no tenemos ganas de hablar
y nos tienen que sacar las palabras,
la conversación se vuelve tensa
y no lleva a ninguna parte.
Pero no decir nada
no arreglará las cosas,
y tus padres pueden pensar
que el problema es mucho peor,
o que les estás escondiendo algo.
¿Por qué no intentas hablar
de un tema que no te preocupe tanto,
o de un tema que te guste mucho?
Así, podrás hablar con
más tranquilidad, sin estrés.
La realidad es que
tus padres te quieren ayudar,
y a ti te viene bien esa ayuda.
Piensa lo que vas a decirles,
háblales con respeto
y recuerda que tus padres
son tus amigos, no tus enemigos.
Necesitarás toda la ayuda posible
para enfrentarte a los retos
que vendrán en el futuro.

Cómo hablar con tus padres