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¡Hermanos y hermanas,
bienvenidos a este nuevo informe!
Desde la última vez que nos vimos,
han pasado cosas muy buenas.
El 31 de mayo de 2022,
el Cuerpo Gobernante informó
a todos los Comités de Sucursal
que ya se podían reanudar
todas las formas
de predicación pública,
menos la predicación de casa en casa.
Nuestros hermanos de todo el mundo
estaban supercontentos
de volver a predicar presencialmente.
Una hermana dijo:
“Ha sido como si hubiéramos resucitado.
Habíamos desaparecido,
y ahora estamos aquí otra vez.
Ahora estamos más unidos”.
Y otro hermano dijo:
“Predicar es como montar en bici:
no se nos había olvidado hacerlo,
y nos divertimos muchísimo”.
Un hermano del Comité de Sucursal
de Estados Unidos
salió con un grupito
a hacer unas revisitas
que no habían hecho en persona
desde antes de la pandemia.
Él dijo: “Me preocupaba
que la gente no quisiera vernos
o que tuviera demasiado miedo
por el virus.
Pero no fue así para nada”.
El hermano tuvo
una buena conversación
con una de estas personas,
y luego dijo:
“De verdad que necesitaba
predicarle otra vez
a alguien en persona en su casa”.
Hace poco, me pasó algo parecido
predicando por la calle.
Una joven vio que mi compañero
tenía la revista La Atalaya.
Se acercó a nosotros
y nos dijo que estaba supercontenta
de volver a ver a los Testigos.
Hablamos un buen rato
y luego hicimos planes
para que una hermana
se pusiera en contacto con ella.
¡Qué alegría volver
a predicar otra vez por las calles!
En Zambia,
el conductor de un autobús se detuvo
cuando vio por la calle
a unos hermanos predicando.
Él aceptó una revista
que ellos le dieron
y luego les pidió
que les predicaran a los pasajeros.
Todos escucharon
con mucha atención
y se quedaron con algunas revistas.
El 25 y 26 de junio de 2022
fueron días históricos
para la traducción de la Biblia.
Ese fin de semana
se presentaron ediciones
de la Traducción del Nuevo Mundo
en 13 idiomas.
En algunos casos
lo que se presentó
fue solo un libro de la Biblia,
en otros fueron
todas las Escrituras Griegas
y en otros la Biblia completa.
En el pasado,
el número máximo de ediciones
que habíamos presentado
en solo un fin de semana
eran seis.
Le damos las gracias a Jehová
por estos hermosos regalos.
El 7 de junio de 2022,
el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos
nos dio la razón
a los testigos de Jehová en 21 casos,
¡todos en un día!
Hasta ahora,
el número máximo de casos
que habíamos ganado
en un tribunal en un solo día
fueron 12 casos,
pero hace mucho tiempo,
el 3 de mayo de 1943
en el Tribunal Supremo
de Estados Unidos.
¡Todo el mérito
lo tiene nuestro Dios, Jehová!
Además, esto también es histórico
porque en 20 de estos casos
se condenó a Rusia
por perseguir a los testigos de Jehová.
¿Qué dijo el tribunal?
Veamos un video
en el que hermanos
del Departamento de Asuntos Legales
de la Central Mundial
nos lo contarán.
¡Hermanos, esta sentencia
es realmente histórica!
De hecho, el tribunal resolvió 20 casos
con una sola sentencia
y nos dio la razón
de manera contundente
en todos ellos.
En sus 196 páginas,
la sentencia desmonta una por una
todas las mentiras
que Rusia ha empleado
para perseguir a nuestros hermanos
y para prohibir
nuestras actividades.
Shane, ¿puedes darnos algunos detalles
de lo que dice la sentencia?
Esta sentencia establece claramente
que Rusia es culpable de llevar a cabo
un ataque premeditado e implacable
contra personas inocentes
y sus creencias.
Por ejemplo, en el párrafo 254,
el tribunal europeo afirma
que las autoridades rusas han seguido
Esa política ha sido
un completo fracaso.
De hecho, la sentencia indica
que los testigos de Jehová
son completamente inocentes.
Por ejemplo, Rusia afirmaba
que nuestras publicaciones
y nuestro sitio web
son extremistas
simplemente porque afirmamos
que tenemos la verdad.
Sin embargo,
el tribunal europeo estableció que
Shane, ¿qué más dijo
el tribunal europeo?
El tribunal europeo confirmó
que tenemos el derecho
de predicar de casa en casa,
enseñarles a nuestros hijos
a adorar a Jehová,
poseer y utilizar lugares de culto,
negarse a hacer el servicio militar,
rechazar transfusiones de sangre
y buscar alternativas médicas,
y ser neutrales en política.
El tribunal europeo afirmó
que nuestras creencias religiosas
y actividades
son completamente pacíficas
y están amparadas
por el derecho a la libertad de culto.
Entre otras cosas,
el tribunal le ordena a Rusia
que deje de perseguir
a los testigos de Jehová,
que vuelva a legalizarnos,
que libere a los que están en prisión,
que nos permita usar
nuestras publicaciones
y nuestro sitio web
y que nos devuelva las propiedades
que nos había confiscado
o nos pague el equivalente
a más de 65 millones de dólares.
¡Excelente!
¡Qué agradecidos les estamos
a todos los hermanos y hermanas
que trabajaron sin descanso
para poder llevar estos casos
ante el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos!
Solo el tiempo dirá si Rusia
cumplirá o no con esta sentencia.
Pero, incluso si no lo hiciera,
esta decisión
es de obligado cumplimiento
para los 46 países que están sometidos
a la jurisdicción del tribunal europeo.
Ahora los derechos
de los más de un millón y medio
de testigos de Jehová
que viven en esos países
están más protegidos que nunca.
Y no solo eso.
Como el tribunal europeo
tiene una enorme reputación,
su sentencia
tendrá una gran influencia
en los altos tribunales
de todo el mundo.
Le damos gracias a Jehová
por esta gran victoria,
esta victoria histórica
en el tribunal europeo.
Podemos estar tranquilos
de que, sin importar lo que hagan
las autoridades de este mundo,
Jehová seguirá estando
al lado de nuestros hermanos.
¿Por qué estamos tan seguros?
Por lo que dice Isaías 54:17.
Ahí dice:
Eso es, nuestro “legado”
nos garantiza
que Jehová seguirá apoyándonos
ahora y para siempre.
Con esta garantía,
no hay nada ni nadie
que pueda debilitar nuestra fe
o robarnos la paz
y la prosperidad espiritual
que tenemos los siervos de Dios.
Una prueba de esto
es la manera en la que Jehová
cuidó de nuestros hermanos
de la antigua Unión Soviética
cuando fueron perseguidos.
A partir de este momento,
en lo que queda de informe,
veremos algunos ejemplos
de cómo Jehová cuidó de su pueblo
durante esta época.
Ya verán cuánto los va a animar,
no solamente a los hermanos de Rusia,
sino también a todos nosotros,
porque de alguna forma u otra
todos enfrentamos oposición.
Mientras escucha las historias
de estos hermanos, pregúntese:
“Si a mí me pasara lo mismo,
¿qué es lo que haría?
¿Qué ayudó
a estos hermanos y hermanas
a no dejar de ser leales a Jehová?”.
Me bauticé cuando tenía 15 años.
Unas semanas después,
los responsables de mi escuela
se enteraron
de que era testigo de Jehová,
así que empezaron a presionarnos
a mí y a mi familia
para que renunciáramos a nuestra fe.
Estuvieron haciéndolo durante tres años.
A los 18 años, me llamaron
para servir en el Ejército soviético,
pero me negué.
Y me condenaron
a dos años de cárcel.
Cuando salí de la cárcel,
me casé con Lidija,
una hermana encantadora y fiel.
Poco después, me volvieron a llamar
para servir en el Ejército.
Esta vez la sentencia era de tres años
en una prisión de régimen estricto.
Nací en Ucrania.
Pero, cuando me casé,
me mudé a Lituania
para vivir con mi esposo.
Siete meses más tarde,
condenaron a mi esposo a prisión.
Para mí, emocionalmente fue algo
tan difícil que acabé en el hospital.
Estaba embarazada,
y hasta perdí al bebé.
Así que estaba sola,
en un país extranjero,
no sabía hablar el idioma…
Y, como mi esposo estaba en la cárcel,
nadie me daba trabajo.
Los guardias eran crueles
y a menudo
les daban palizas a los presos.
A mí también me trataron
de esa manera.
Además, estaba aislado de mi familia
y de mis hermanos
y hermanas espirituales.
Lo más difícil fue estar separado
de mi querida esposa, Lidija.
Aun así, ella fue
una gran fuente de ánimo para mí.
Casi todos los días me escribía cartas.
Yo recibí más cartas
que los otros 30 presos juntos.
Para apoyar a mi esposo espiritualmente,
incluía en mis cartas
textos de la Biblia
y citas de nuestras publicaciones.
Intentaba ponerlo disimuladamente,
para que las autoridades
no se dieran cuenta.
Las reuniones me daban fuerzas,
nunca me las perdía.
En una ocasión,
estábamos en una reunión
en nuestra casa,
y entró un grupo de agentes de la KGB.
Después de eso, recibí una citación
para acudir a un tribunal.
El día de la audiencia
estaba muy preocupada,
pero Jehová me dio tal calma
que el miedo y los nervios desaparecieron.
Me ordenaron pagar una multa
de 50 rublos.
En aquel tiempo,
aquello era muchísimo dinero.
Pero no me dejé intimidar
y nunca falté a las reuniones.
Aproveché las oportunidades que tuve
de predicar en la cárcel.
Hubo ocasiones
en las que se juntaban muchos presos
para escuchar lo que tenía que decir,
decenas de ellos.
Cuando los presos
me hacían preguntas
que no eran tan fáciles de responder,
yo las analizaba
y meditaba en ellas,
para poder explicar bien mis creencias.
Oraba constantemente,
y notaba que Jehová
respondía mis oraciones.
A veces lo hacía
de formas que no esperaba.
Siempre me centré
en por qué Jehová quería
que yo me mantuviera fiel
a pesar de todos los problemas
que tenía.
Eso me ayudó mucho.
Había ocasiones
en las que estaba clarísimo
que era Jehová
el que me estaba ayudando,
no había otra explicación.
Él llegó a ser mi mejor amigo.
Siempre estaba ahí, a mi lado.
Cuanto más débil me sentía,
más ayuda me daba Jehová.
No debemos pensar
en cómo vamos a superar las pruebas,
sino en cómo nos ayudará Jehová
a superarlas.
Él nos dará las fuerzas
para aguantar cualquier cosa.
Aguantar las pruebas
por las que Jehová permite que pasemos
al final nos beneficia.
Fortalece o templa nuestra fe,
por así decirlo.
Es necesario tener la actitud correcta,
ser positivos ante las dificultades.
Y tenemos que estar decididos
a ser fieles a Jehová hasta el final.
Cuánto nos enseña
su ejemplo de aguante,
hermanos Pudžiuvys.
Hemos recordado
lo importante que es ser constantes
a la hora de asistir a las reuniones
y salir a predicar,
tanto antes como durante la persecución.
Hacerlo nos da estabilidad
y mantiene fuerte nuestra fe.
En la siguiente entrevista,
veremos cómo la educación de los padres,
estudiar la Biblia regularmente
y estar decididos
a no fallarle a Jehová
ayudaron a Iósif y Véra Rúsu
a aguantar la persecución.
Tuve que enfrentarme a la persecución
cuando tenía seis años.
A mi hermano mayor y a mi padre
los condenaron a 25 años de prisión
por ser objetores de conciencia.
La verdad es que no sabía
si iba a volver a verlos.
Pero, felizmente,
los liberaron dos años después.
El ejemplo de los dos
me ha ayudado
a mantenerme fiel a Jehová.
Yo también me enfrenté a persecución
cuando era niña.
En la escuela, muchas veces
me pegaban porque predicaba,
no llevaba
los símbolos soviéticos en la ropa
o no cantaba canciones patrióticas.
Desde muy pequeñito,
mis padres me enseñaron a amar a Jehová,
a leer la Biblia
y a cantarle a Jehová
canciones de alabanza,
y también a aprenderme
versículos de memoria.
Nos llevaban a las reuniones,
que en esa época
eran tres veces a la semana.
Me encantaba comentar.
Siempre tenía la mano levantada.
Mis padres me enseñaron
lo que tenía que decir
cuando alguien me presionara
para que traicionara
a mis hermanos o a mis padres.
Ellos me enseñaron a amar a Jehová
y a confiar en él.
Y eso me ayudó a sentirme
cerca de Dios
y a querer ser leal a él.
Cuando tenía 15 años,
fuimos deportados a Siberia.
Nos mandaron en tren.
En esos momentos tan difíciles,
leer las publicaciones que habíamos
podido llevar a escondidas
fue algo que me consoló
y me tranquilizó mucho.
Aquello para nosotros
era lo más importante.
Durante todo el viaje en tren
estuvimos cantando
canciones a Jehová.
Diez años después,
cuando estaba en Kazajistán,
me arrestaron
y me sentenciaron
a cinco años de cárcel.
Muchas veces,
los guardias de la prisión
me presionaban
para que renunciara a mi fe.
Pero meditar en el asunto
de la soberanía de Jehová
me ayudó a mantenerme firme
en mi postura.
Le oraba a Jehová
y le pedía que me diera
fuerzas para aguantar
y seguir siendo leal.
Leer la Biblia me ayudó
a aguantar las pruebas
y a no ceder ante la presión,
pasara lo que pasara.
Cuando cumplí mi condena
y salí de prisión,
regresé a Moldavia.
Después, en 1967,
Véra y yo nos casamos.
Dos años más tarde,
el Tribunal Supremo de Moldavia
condenó a Iósif a 10 años de prisión,
y en una cárcel de máxima seguridad.
Yo me quedé sola,
con 18 años y un niño de un año.
Muy a menudo los de la KGB
me interrogaban durante horas,
a veces hasta cinco horas.
Me decían muchas mentiras
y trataban de sembrar dudas
en mi mente.
Durante los siguientes años,
solo vi crecer a mi hijo en fotos
y cuando Véra me lo traía
dos veces al año.
Una de las cosas
que esperaba con más ganas
era el nuevo par de botas
que ella me traía.
Algunos hermanos y yo
copiábamos las revistas
en papel muy finito
con forma de suela de zapato.
Les quitábamos la suela a las botas,
ahí metíamos las revistas
y luego volvíamos a poner
la suela en su sitio.
Cabían hasta siete revistas
en un par de botas.
Durante la persecución,
tu amistad con Jehová
se hace más fuerte, más real.
Jehová es muy bueno.
Él me da “el poder
que va más allá de lo normal”.
En mi vida, cuanto más difíciles
han sido las pruebas,
más oportunidades me ha dado Jehová
de hablar acerca de su propósito
y de su Reino.
Jehová me ha ayudado
a concentrarme en lo que sí tengo
y no en los problemas.
Pensar de esa manera me consuela
y me ayuda a no perder la alegría.
Solo tengo razones para ser feliz.
Muchísimas gracias,
hermanos Rúsu,
por contarnos su historia.
¿Se fijaron en qué los ayudó
a estar preparados
para enfrentarse a la persecución?
Aparte de la educación
que les dieron sus padres,
eran constantes
en su estudio personal,
se aprendieron versículos de memoria
y siempre tuvieron presente
la cuestión de la soberanía de Jehová.
Por eso estaban decididos
a no ceder nunca.
Y nosotros podemos hacer lo mismo.
La experiencia de estos dos matrimonios
nos recuerda las palabras
de Hebreos 13:6:
Jehová demostró que estaba ayudando
a nuestros hermanos y hermanas
de la antigua Unión Soviética.
A pesar de toda la avalancha
de persecución que aguantaron,
fueron leales,
y el número de Testigos aumentó.
Por ejemplo, en 1949
había unos 10.000 testigos de Jehová
en los países que formaban
la antigua Unión Soviética,
la mayoría en Ucrania occidental.
Pero ¿saben cuántos publicadores
hay ahora en esos países?
¡Más de 380.000!
Es obvio que Jehová los ayudó.
A finales de los 70 y en los 80,
trabajé mucho con los hermanos
de los países del bloque comunista.
Vi de cerca su fe
y fui testigo de todas las maneras
en las que Jehová los ayudó.
Por ejemplo, se encargó
de que siempre tuvieran
suficiente alimento espiritual.
Los hermanos sabían
lo importante que era
asistir a todas las reuniones,
aunque se celebraran
en grupos pequeños.
Y les encantaba
cantar canciones del Reino.
¡Se sabían muchas de memoria!
Hacían el esfuerzo
de asistir a las reuniones
aunque sabían
que se jugaban su libertad
y ponían en peligro su seguridad.
Aunque Satanás
no se daba por vencido en sus ataques,
yo vi con mis propios ojos
cómo Jehová los ayudaba
una y otra vez
a hacer discípulos y a aguantar.
El Gobierno ruso
puede acabar con una entidad legal,
pero nunca acabará
con la organización de Jehová.
¿Recuerdan lo que le ocurrirá
al rey del norte?
Daniel 11:45 dice:
El rey del norte
“no tendrá quien lo ayude”.
¿Pero quién vendrá a ayudarnos?
Pues lo leímos antes
en Hebreos 13:6.
¡Jehová es nuestro ayudante!
Queridos hermanos,
estén decididos pase lo que pase
a confiar completamente en Jehová
y ser leales.
¡Jehová acudirá en su ayuda!
Los llevamos en el corazón
a todos ustedes.
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2022 | Informe 5 del Cuerpo Gobernante