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2023 | Informe 8 del Cuerpo Gobernante

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¡Bienvenidos,
queridos hermanos y hermanas,
a nuestro nuevo informe!
Comencemos con un breve repaso
de algunos desastres
que han estado afectando
a nuestros hermanos
en los últimos meses.
En septiembre,
nuestros hermanos de Grecia
soportaron lluvias intensas
y grandes inundaciones.
En octubre,
nuestros hermanos de México
se enfrentaron
a un huracán de categoría 5
que causó daños muy extensos.
Y, en noviembre,
nuestros hermanos de Filipinas
sufrieron un terremoto de magnitud 6,7.
Por desgracia,
a causa del terremoto,
murió una de nuestras hermanas
y resultaron heridos
10 hermanos y hermanas.
Oramos siempre por las víctimas
de los muchos desastres naturales
que están sucediendo
en todo el mundo.
Les damos las gracias a todos
por su apoyo y sus oraciones.
Algunos están colaborando
en las labores de socorro.
Muchos de ustedes, además,
demuestran su generosidad
haciendo donaciones
que nos permiten
cubrir las necesidades
de todos nuestros hermanos
y reconstruir sus casas
y sus Salones del Reino.
Les estamos muy agradecidos
por su ayuda.
En nombre del Cuerpo Gobernante,
¡muchas gracias!
Ahora, el resto del informe
llevará el siguiente título:
“Nos recomendamos
como ministros de Dios”.
Estas palabras
se toman de 2 Corintios 6:4.
Allí el apóstol Pablo dijo:
¿Y eso qué significa?
La nota de estudio en inglés
dice que el verbo griego
traducido como “nos recomendamos”
da la idea de “probar
o demostrar ser”.
¿Y cómo demostramos nosotros
que somos ministros de Dios?
Una forma importante
es con nuestra apariencia.
Todos queremos dar una buena imagen
del Dios al que amamos y servimos.
¿Cómo lo hacemos?
Aplicando los principios bíblicos.
Por ejemplo,
pensemos en el principio
que aparece en 1 Timoteo 2:9, 10:
Aunque estos consejos
van dirigidos a las mujeres cristianas,
los principios son aplicables
tanto a hombres como a mujeres.
Así que una manera
en la que todos
“nos recomendamos
como ministros de Dios”
es asegurándonos
en todo momento
de tener una apariencia
apropiada y modesta
que demuestre siempre buen juicio.
¿Quiere decir esto
que todos los Testigos
debemos tomar siempre
la misma decisión?
¿Debemos usar uniforme
o arreglarnos y vestirnos todos
de la misma manera?
¡Claro que no!
Hay más de ocho millones
de testigos de Jehová
en todo el mundo,
y todos venimos
de una gran variedad de culturas.
Jehová nos ha traído
a todos a su pueblo,
y a él le encanta
la variedad.
Pero una pregunta.
¿Qué hay de dejarse la barba?
¿Está bien que un hermano lo haga?
Para responder esa pregunta,
estemos atentos al siguiente video.
En él se habla
de la historia de la barba
en el pueblo de Jehová.
Veamos.
En la época de los patriarcas,
era normal que los hombres
se dejaran la barba.
Y los israelitas continuaron
con esta costumbre.
De hecho, un hombre
solo se afeitaba
cuando era humillado
o estaba de luto.
Por ejemplo,
el rey de Ammón
humilló a los siervos de David
afeitándoles las barbas.
David, para proteger su dignidad,
les dijo:
Siglos después,
el profeta Ezequiel
se afeitó la barba y la cabeza
para simbolizar la angustia
y la tristeza tan profundas
que pronto habría en Jerusalén.
¿Y Jesús?
¿Llevaba barba,
como cualquier otro israelita?
Durante años,
en nuestras publicaciones
Jesús casi siempre aparecía
totalmente afeitado,
y eso se basaba en conclusiones
a las que habían llegado
algunos arqueólogos.
Pero, en 1968,
La Atalaya analizó las pruebas
que aportaban la Biblia
y otras fuentes históricas
más confiables.
Ninguno de los cuatro Evangelios indica
que el aspecto de Jesús
fuera diferente al de los demás.
Él siguió las mismas costumbres
que los demás judíos de su época,
así que tenía barba.
Desde que se publicó
aquella revista,
los videos y las imágenes
de nuestras publicaciones
han mostrado a Jesús
con una barba bien arreglada.
Para cuando se fundó
la congregación cristiana,
los romanos tenían
la costumbre de afeitarse.
¿Se esperaba
que los cristianos judíos se afeitaran?
¿O quizás que los cristianos gentiles
se dejaran la barba
para parecerse más
a los hermanos judíos?
Por lo visto no.
Las Escrituras no mandaban
que los siervos de Dios
se dejaran barba,
pero tampoco que se la afeitaran.
Así que era una cuestión
de decisión personal.
A finales del siglo diecinueve
y principios del veinte,
llevar barba era algo normal,
incluso para los Estudiantes de la Biblia,
como puede verse
en estas fotos de algunos peregrinos
que viajaban para la organización.
El hermano Russell
también tenía barba.
Un redactor de un periódico dijo de él
que era un “ministro
de apariencia bien arreglada”.
También dijo:
“Nunca pensé que fuera diferente
a otros miles de predicadores [...].
Su barba blanca, poblada y suave
es [...] la barba de un patriarca,
un padre.
Transmite confianza”.
Poco después
de la Primera Guerra Mundial,
afeitarse volvió a ponerse de moda.
En esta foto de 1919,
vemos que la mayoría
de los peregrinos
ya no llevaban barba.
Por eso, aunque en ese tiempo
nuestras publicaciones
no dijeron casi nada del tema,
muy pocos hermanos
se dejaban la barba.
A partir de los sesenta,
en muchos países
la barba empezó a relacionarse
con personas que se rebelaban
contra las autoridades.
En esos lugares,
la mayoría de los hombres
—tanto Testigos como no Testigos—
preferían afeitarse.
Como la barba se asociaba
a esta actitud rebelde,
la mayoría de los hermanos
que tenían barba
no eran siervos ministeriales
ni ancianos
ni recibían otras responsabilidades.
Con el paso del tiempo,
en algunos países llevar barba
fue cada vez más común
y no se asociaba
con un espíritu rebelde.
En esos lugares, algunos hermanos
que tenían barba
eran nombrados siervos ministeriales
o ancianos.
Últimamente, es muy normal
dejarse la barba
cada vez en más países.
Entonces, ¿cómo deberíamos ver
a un hermano
que decide dejarse la barba
hoy en día?
Al final del video
se hizo una pregunta interesante:
“¿Cómo deberíamos ver a un hermano
que decide dejarse la barba
hoy en día?”.
El Cuerpo Gobernante me pidió
que leyera el siguiente anuncio:
“Un buen número de sucursales
por todo el mundo nos ha escrito
para explicar que siguen
surgiendo preguntas
sobre si es apropiado
que un hermano que sea
siervo ministerial o anciano
tenga barba.
Después de orar y analizar el asunto,
el Cuerpo Gobernante
ha decidido que es necesario
aclarar el tema.
El Cuerpo Gobernante
no le ve ningún problema
a que los hermanos tengan barba.
¿Por qué no?
Porque la Biblia
no condena el uso de la barba.
Y, no solo eso,
con el paso del tiempo
hemos notado
que en muchos lugares
no se ve mal que hombres
con puestos de responsabilidad
en el gobierno o en los negocios
tengan barba.
Así que, si un hermano
quiere dejarse barba,
es una decisión personal.
Los requisitos que tiene
que cumplir un hermano
para ser anciano
o siervo ministerial
están relacionados
con su espiritualidad,
y no con el hecho
de que tenga o no tenga barba.
Esto también es aplicable
a los siervos especiales
de tiempo completo en Betel
y a los que sirven en el campo,
como precursores especiales,
misioneros
y superintendentes de circuito.
De acuerdo con Romanos 14:4,
ni los ancianos
ni ningún otro cristiano
deberían juzgar a un hermano
que decida llevar barba.
Esperamos que estas ideas
nos ayuden a mantenernos alerta
para no dejar que nada
cause divisiones
entre los siervos de Jehová”.
Fin del anuncio
del Cuerpo Gobernante.
Puede que surjan algunas preguntas
a raíz de este anuncio.
Como por ejemplo:
“¿Por qué el Cuerpo Gobernante
aclara este punto ahora?”.
Bueno, en 1 Corintios 7:31,
el apóstol Pablo
escribió bajo inspiración:
En nuestras publicaciones
se ha explicado que Pablo tal vez
se estaba refiriendo a un teatro,
donde las escenas
cambian rápidamente
y donde los actores entran
y salen del escenario.
De acuerdo con el principio
detrás de lo que escribió
el apóstol Pablo,
la manera de arreglarse
ha cambiado con los años.
Por ejemplo,
cada vez hay más hombres
que llevan barba
y que ocupan puestos muy importantes
en la comunidad,
y que son respetados por la gente.
Otra pregunta:
¿Cómo deberíamos ver a un hermano
que decide dejarse la barba?
Pues deberíamos seguir
el consejo de Jesús en Juan 7:24:
Como vimos en el video,
la manera de arreglarse
ha ido cambiando con los años.
Y no todos esos cambios
han sido malos.
Seguramente ninguno de nosotros
elegiría vestirse y arreglarse
como lo hacía la gente
en tiempos bíblicos,
ni siquiera como se vestían
hace un siglo.
De hecho, la mayoría de nosotros
elegimos vestirnos
como lo hace la gente ahora,
y no como lo hacía
hace muchos años.
Por lo general,
no está mal que nos vistamos
y que nos arreglemos
como lo hace la mayoría de la gente
de nuestra comunidad,
siempre y cuando
el estilo que elijamos
no pase por alto
algún principio bíblico.
Queremos asegurarnos
de que nuestro aspecto
refleje limpieza,
modestia
y buen juicio.
Una pregunta más:
¿Cómo podemos promover la unidad
en vista de este anuncio?
Puede que este informe
provoque en algunos
fuertes emociones.
Por ejemplo,
puede que algunos
piensen que por fin
han sido reivindicados.
Quizá digan:
“Esto es lo que yo he estado diciendo
por mucho tiempo.
Esto demuestra
que yo tenía la razón.
Siempre la tuve”.
Pero otros quizás
se sientan molestos.
Tal vez piensen:
“Llevo muchos años defendiendo
nuestra manera
de entender este punto.
Y ahora
me siento decepcionado”.
Pero ¿está bien alguna
de estas dos reacciones?
Lo cierto es que no.
Leamos lo que el apóstol Pablo
escribió por inspiración
en 1 Corintios 1:10:
¿Cómo podemos aplicar
ese principio en este caso?
Bueno, si hemos estado
defendiendo nuestra propia opinión
sobre este tema,
que era contraria
a lo que decía la organización,
¿estábamos fomentando la unidad?
¿Ayudábamos a los hermanos
a estar “completamente unidos [...]
en la misma forma de pensar”?
Está claro que no.
Cualquiera que hiciera eso
tiene que corregir su actitud.
Y, por el contrario,
si hemos defendido lealmente
la guía de la organización
durante años,
¿tenemos razones
para arrepentirnos
de haberlo hecho?
Obviamente no.
Jehová valora mucho
nuestra lealtad,
y también aprecia
que seamos humildes,
sumisos y obedientes
a las instrucciones que recibimos
de su organización.
Allá, en el siglo primero,
algunos cristianos permitieron
que el tema de la circuncisión
los dividiera.
Pero el espíritu santo hizo
que el cuerpo gobernante
aclarara ese asunto
para fomentar la unidad.
Del mismo modo,
hoy el Cuerpo Gobernante
se esfuerza por promover la unidad.
En ningún caso
queremos que el tema de la barba
cause divisiones entre nosotros.
Todos tenemos que recordar
que la parte terrestre
de la organización de Jehová
siempre trata de reflejar lo que hace
la parte celestial;
trata de mantenerse a su paso.
¿Recuerdan la velocidad
con la que se movía el carro
de la visión de Ezequiel?
Tan rápido como el relámpago.
Tanto los que intentan
ir por delante del carro
queriendo imponer cambios
antes de tiempo
como los que se quedan atrás
resistiéndose a aplicar cambios
que vienen del esclavo fiel
no se mantienen al mismo paso
que la organización de Jehová.
En conclusión,
¿verdad que estamos agradecidos
por esta manera tan equilibrada
de ver este asunto?
Jehová nos trata con respeto.
Él le da a cada hermano la libertad
para tomar la decisión
de llevar barba o no.
Estamos seguros
de que todos ustedes quieren
mantenerse al paso:
corregir su actitud si es necesario
y seguir sirviendo a Jehová
con lealtad
fomentando el amor y la unidad
entre todos nuestros hermanos.
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