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Daniel, un hombre de fe (parte 1)

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Mi rey.
General.
Ya no tienen comida,
—pero Joaquín no está dispuesto a hablar.
—Las negociaciones
no me interesan, general,
pero tu incompetencia sí.
Acaba con esto, o te aseguro que yo
no seré tan compasivo como los dioses.
Sí, mi rey.
Esto es lo que dice
Jehová de los ejércitos:
“Como ustedes
no obedecieron mis palabras,
toda esta tierra
se convertirá en ruinas.
Y sus habitantes tendrán que servir
al rey de Babilonia por 70 años”.
Daniel, ¿dónde estabas?
Ya es casi de noche.
Lo siento, Jeremías habló hoy
y me entretuve en el templo.
Vamos a cenar.
¿Estuviste otra vez en el templo?
Pues sí.
“Para contemplar la bondad de Jehová...
... y recrearme mirando su templo”.
Tengo algo para ti.
Para que siempre tengas
las palabras de Jehová contigo.
Gracias, papá.
¿Qué te pasa, hijo?
¿Qué va a pasar con nosotros?
Lo que siempre pasa
con los siervos fieles de Jehová.
No tengas miedo,
Jehová es nuestro escudo.
La cena está lista.
¿Viste al vecino de al lado?
No, no lo vi en todo el día.
Hablando de vecinos,
el otro día vi a Elí.
Elí siempre se está metiendo
en problemas.
Vamos a cantar.
Hijo, elige un salmo.
“Jehová es mi luz y mi salvación”.
Tú siempre escoges ese.
Husim.
“Jehová es mi luz...
... y mi salvación.
¿A quién le tendré miedo?”.
Daniel, juega conmigo.
Tengo que irme con papá.
Y, cuando vuelvas,
¿jugamos al arca de Noé?
Sí. ¿Y quién quieres ser?
Yo seré un león.
Yo seré un elefante.
—¡Joaquín se rindió!
—¡Joaquín se rindió!
¡Familia de Éber, de la tribu de Judá!
¡Abran ahora mismo!
¡Salgan todos! ¡Ya!
Pasó lo que esperábamos.
Ya están aquí.
Busquen sus cosas.
Tenemos que irnos.
¿Irnos? ¿Adónde?
No podemos seguir viviendo aquí.
Husim, trae las bolsas.
¡Odio este lugar!
Vamos a entrar.
¡Abran la puerta!
¡Salgan afuera los cuatro!
Miren en el cuarto de atrás.
Por orden del rey,
tienen que venir con nosotros.
Daniel, de la tribu de Judá,
serás instruido en el palacio
del gran rey Nabucodonosor.
¡Pero esta es mi familia!
Los príncipes y los nobles
deben estar en el palacio.
Pero no es un príncipe,
es solo un muchacho.
—¡Daniel!
—Por favor, llévenme a mí.
Yo seré su sirviente.
¡No! Me llevo al muchacho.
¡Daniel!
¡Esperen!
¿Podemos despedirnos?
Pero rápido.
Sé fuerte, hijo.
Jehová está contigo.
¡Daniel!
¡Misael!
¿Has visto a alguien?
¿No pensarías
que te íbamos a dejar solo?
¡Azarías!
¡Hananías!
Kislón y Ahitub.
Mucho gusto.
¡Muévanse!
¿Adónde vamos?
Creo que al palacio.
¿Como José,
que estuvo en la casa del faraón?
No, como José, pero en la prisión.
Pues a mí
esto no me parece tan malo.
Espera. Kislón, ¡mira!
Si no hablas con ellas, lo haré yo.
—Hola.
—Hola.
¡Caminen!
Ven a verme otro día.
Estos son los muchachos judíos
que Aspenaz ordenó que trajéramos.
Ustedes fueron elegidos
porque son sabios,
pero tienen que aprender más.
Aprenderán nuestro idioma
y nuestra escritura.
Recibirán nombres nuevos.
Y, dentro de tres años,
servirán al gran rey Nabucodonosor.
Hoy
son extranjeros,
mañana,
si los dioses lo permiten, babilonios.
Mesac.
Te queda bien ese nombre.
Los nombres
son como los de sus dioses.
Nuevos nombres, nuevo idioma...
Querrán que adoremos a sus dioses.
No pasa nada.
Mi padre tenía ídolos,
y adoraba a Jehová.
¿Se fijaron en la ciudad?
Es el centro del mundo.
Y el rey nos invita a su mesa.
¿Y qué comen los babilonios?
Los siervos del rey comen lo mejor.
No podemos comer esto.
Pero ¿por qué te quejas tanto?
Porque es alimento impuro.
¿Hay algún problema?
Nuestro Dios
nos prohíbe comer estos alimentos.
¿Temes a tu Dios?
Le temo.
Pues yo a quien temo
es a mi rey.
Y él quiere
que coman estas cosas.
Él insiste en que coman esto
para que estén sanos y fuertes.
¿Y si ve que tienen
peor aspecto que los otros jóvenes?
Me harían culpable ante el rey.
Yo debo obedecer al rey,
y tú también.
¡Todos!
Cuando se sirva la cena,
espero que todos se la coman.
¡No hables por nosotros!
Tienes razón.
Tú puedes tomar tu decisión.
No tenemos opción.
¿No lo escuchaste?
Estamos en un país diferente,
con leyes diferentes.
¿Y qué más da
si no han desangrado la carne?
¡Es solo comida!
Pero Jehová nos prohibió comer sangre.
Esa es tu interpretación.
“Nunca deben comer [...] sangre”.
No hay nada que interpretar ahí.
Esperen. Quizás deberíamos
orar a Jehová.
Orar.
Aquí.
Orar..., ¿para qué?
Jehová está en Israel.
Y nosotros en Babilonia.
¿Y no crees
que Jehová está aquí también?
Jehová dijo que somos sus testigos.
¿Qué va a decir la gente de Jehová
si desobedecemos sus normas?
La comida está lista.
¿Es que no me oyen?
Gracias.
Pero, si comemos eso,
desobedeceremos a nuestro Dios.
¿Quieren pasar hambre?
Claro que no. Pero
él nos prohíbe comer sangre
y cualquier cosa que sea impura.
Por favor, haz una prueba
con tus siervos durante 10 días,
y que nos den de comer legumbres
y de beber agua.
¿Legumbres?
Solo 10 días.
Después haz con tus siervos
según lo que veas.
Diez días.
Aquí está,
gracias a Jehová.
Tienen que probar esta carne.
¡Está deliciosa!
¿Habían visto alguna vez algo así?
¡Arg!
—Oh, no...
—¡Sí!
¡Guau!
Aspenaz quiere verlos.
Mi señor,
—estos son los jóvenes que...
—Ya sé quiénes son.
Los he estado observando...
a los cuatro.
No se inclinan ante nuestros ídolos,
solamente oran a su Dios
y no comen nuestra comida.
—Ellos dijeron que su Dios no les permitía...
—Sin embargo,
tienen mejor aspecto que los otros.
Sigue dándoles los mismos alimentos.
Y, Beltsasar,
tienes un gran futuro.
No lo desperdicies.
Traigan al siguiente grupo.
El total sería de 15 kurru,
2 pānu
y 5 sūtu.
Correcto.
¿Cuánto interés
puede cobrar un comerciante
por dinero y cereales?
Sería un 40 %, señor.
¿40 %?
¿Solo aprendiste a ser ladrón
estos tres años?
Mesac, ¿qué dices tú?
Sería un 20 %.
Muy bien.
¿Cuál es la estrella de Enlil
que más brilla
en la constelación Urgula?
¿Tú lo sabes?
Es la estrella Lugal.
Excelente.
Hay una torre que es alta
pero no produce sombra,
¿cuál es?
¿Tu zigurat?
Increíble.
¿Sabes tú la respuesta?
Es la luz del sol.
Correcto.
Mis sabios dicen
que los dioses son responsables
de todo lo que pasa.
Si eso es cierto,
¿por qué sufren los buenos
y los malos prosperan?
Nadie puede saber...
Como dices, oh, rey,
los sabios no siempre tienen alimento,
ni los inteligentes
tienen siempre riquezas,
ni siempre les va bien
a los que tienen conocimiento,
porque a todos les llega
un mal momento
o un suceso imprevisto.
¿Quién escribió eso?
Salomón.
El rey sabio.
Pero su sabiduría
venía de su Dios;
nuestro Dios, Jehová.
Llévenselos.
¿Y cuándo volveremos?
Nunca.
Vuelvan con sus familias.
No sirven para nada.
Beltsasar, tú no.
Ninguno de los cuatro.
Ustedes se quedan.
Tenemos mucho de qué hablar.
No conozco a su Dios,
pero ustedes han demostrado ser
10 veces mejores
que todos los adivinos
y los sacerdotes que conozco.
Aspenaz se encargará de que sirvan
en el palacio con mis sabios.
Puede que en Jerusalén
desperdiciaran su talento,
pero aquí sabremos usarlo.
Por fin derrotamos a Jerusalén.
Nuestro ejército se prepara
para asediar Tiro.
Deberían pensar
en lo que le pasó a Sedequías.
Los dioses están de nuestro lado.
Jérah,
¿qué pasa?
Noticias de Jerusalén.
¿Adónde vas?
A ver a mi familia.
Este año no ha sido fácil.
Daniel.
Anda, ven.
¿Qué pasa?
Dinos.
Es Jerusalén.
Derrumbaron las murallas.
Quemaron las torres.
Muchos murieron, y...
quemaron la casa de Jehová.
¿Por qué el pueblo no escuchó?
¿Acaso creían que Jehová
no podía ver lo que hacían?
Mientras el templo existía,
el pueblo tenía esperanza.
Nosotros tendremos esperanza
mientras Jehová exista.
Pero Jehová nos rechazó
por culpa de nuestra desobediencia.
No es así.
No rechazó a todos.
Jehová le dijo a Ezequiel
que a sus ojos
tú eres tan justo
como Noé
y Job.
¿Dijo eso?
Lo dijo.
Si de verdad le importamos a Jehová,
¿por qué estamos desterrados?
¿Por qué no podemos volver?
¿Por qué no podemos estar juntos?
Ahora este es nuestro hogar.
Yo no tengo todas las respuestas.
Mantente cerca de Jehová.
Él te va a bendecir.
¡Llamen a los sabios!
He tenido un sueño,
y estoy inquieto.
Quiero saber qué soñé.
¡Oh, rey, vive eternamente!
Cuéntales el sueño a tus siervos.
Y te diremos su interpretación.
¡No!
Si no me revelan el sueño
y su interpretación,
serán desmembrados
y sus casas se convertirán
en letrinas públicas.
Sin embargo, si me revelan el sueño
y su interpretación,
les daré regalos, recompensas
y grandes honores.
Tenemos que ganar tiempo
para poder consultar a los espíritus.
Encontraremos en los rollos
lo que significa el sueño.
—Necesitamos un plan.
—Quiere que le digamos el sueño.
Sí. Nadie ha pedido una cosa así antes.
¿Podremos hacerlo?
¿Qué vamos a hacer?
Pídele más tiempo al rey,
para que podamos
consultar a los espíritus.
Se ponen de acuerdo para mentirme
y engañarme
esperando a que cambie la situación.
¿Engañarte?
¡Eso dije!
No hay ningún hombre en la tierra
capaz de hacer lo que pide el rey.
Lo que el rey pide es difícil.
Y no hay nadie
que pueda revelarle eso al rey salvo...
salvo los dioses.
Arioc,
¡detenlos!
¡Quietos! ¡Quietos!
¡Mátenlos!
Llamen a los sabios. ¡Rápido!
¡Vamos, vamos!
Reúnanlos a todos, por orden del rey.
Jérah.
¡Estás en peligro!
—¿Qué? ¿Qué pasó?
—No lo escuché todo.
Pero los sabios enfurecieron al rey,
y ordenó ejecutarlos a todos.
Busca a Ananías, a Misael y a Azarías.
Tráelos. Veré qué averiguo.
Sí. A los caldeos, a los egipcios,
a los judíos.
Todos los sabios.
Arioc.
Beltsasar, no deberías estar aquí.
¿Por qué ha dado el rey
una orden tan severa?
Tuvo un sueño, y nadie es capaz
de decirle qué soñó.
Huye. Si te vas antes de que amanezca,
puede que sobrevivas.
¿No te dije que los trajeras?
¿Por qué no están aquí?
¿Por qué los dioses no les dicen nada?
Quiero que me los traigan,
a ellos y a sus familias.
Quiero que me miren a la cara
y me digan por qué.
¡Despelléjenlos y cuélguenlos!
Dejemos que los dioses vean su carne,
y luego echen sus cuerpos al Éufrates.
Aspenaz.
¡Para qué queremos sabios
que no saben nada!
¿Qué estás haciendo aquí?
Tengo que hablar con el rey.
Tienes que irte.
Por favor, déjame hablar con él.
Señor, este es Beltsasar.
Oh, rey.
Las interpretaciones
vienen de mi Dios, Jehová.
Él sabe qué soñaste y lo que significa.
¿Y dónde está tu Dios? ¿Dónde?
Yo creo que él...
Yo sé que él me revelará tu sueño.
Por favor, dame tiempo.
Tenemos hasta mañana por la mañana.
¿Para qué?
Para revelarle el sueño al rey.
¿Te ha revelado Jehová
ya algo del sueño?
Bueno, todavía no.
Pero Jehová te prometió
que lo interpretaría,
¿no?
En realidad no.
Daniel, ¿cómo sabes
que él te lo va a revelar?
Bueno, no estoy seguro.
Más te vale estarlo.
Su nombre está en juego.
Si él revela el sueño demostrará
que es el Dios verdadero.
¿Y si no lo hace?
¿Cómo podemos ayudarte?
Oren.
Pídanle a Jehová
que tenga misericordia de nosotros.
Jehová,
sé que no nos trajiste aquí
para morir.
¿Qué diría la gente?
Les dijimos
que tú eres el Dios de los cielos,
el único que puede revelar secretos.
Por favor,
defiende tu nombre.
¡Jérah!
Encontré a un hombre
entre los desterrados de Judá
que puede revelarle
la interpretación al rey.
Ya sé quién es.
¿De veras puedes
revelarme el sueño que vi
y su interpretación?
Hay un Dios en los cielos
que revela los secretos.
Y él le ha anunciado
al rey Nabucodonosor
lo que va a suceder
en la parte final de los días.
Este es tu sueño:
Viste una estatua enorme.
Esa estatua estaba de pie
enfrente de ti.
Tú mismo eres la cabeza de oro.
Pero después de ti
surgirá otro reino inferior a ti.
Luego surgirá un tercer reino,
uno de cobre,
que gobernará toda la tierra.
El cuarto reino
será fuerte como el hierro.
El reino estará dividido.
Y, como los dedos de los pies
eran en parte de hierro
y en parte de barro,
del mismo modo el reino
será en parte fuerte y en parte frágil.
En los días de esos reyes,
el Dios del cielo establecerá un reino
que nunca será destruido
ni pasará a manos
de ningún otro pueblo.
Hará añicos
y pondrá fin a todos esos reinos.
Y será el único
que permanecerá para siempre.
El sueño es verdadero,
y su interpretación es confiable.
¡Rápido!
Traigan una túnica fina
y un collar de oro.
Y quemen incienso delante de él.
Su Dios es Dios de dioses
y Señor de reyes
y el que revela secretos.
Tu Dios recibirá honra
por la honra que te doy a ti.
Te nombro gobernante
de toda la provincia de Babilonia.
Señor, estos siervos tuyos
también adoran al Dios de los cielos.
¿Podrían ellos también
estar a cargo de la provincia?
Prepárenlo todo.
Has demostrado ser mejor
que estos que se creen sabios.
Te nombro prefecto principal
de todos los sabios de Babilonia.
¿Oyeron lo que dijo Nabucodonosor?
¿Cuando dijo “Su Dios
es Dios de dioses y Señor de reyes”?
Jehová escuchó tu oración.
Jehová escuchó nuestras oraciones.
¿Qué va a pasar ahora?
¿Podemos volver a Jerusalén?
No sé lo que sucederá ahora,
pero mientras estemos
cerca de Jehová...
Él siempre estará con nosotros
si tenemos fe en él.
Las estrellas no dicen nada sobre reinos
que vayan a hacer añicos a otros reinos.
¡Claro que no!
Es un engaño.
—Pero ¿cómo pudo saber el sueño?
—¡Amar-Utu!
Amar-Utu, ¿hay algún mensaje
de los dioses?
He examinado el hígado de una oveja.
Tu futuro es brillante.
Las estrellas de Shabatu, el grande,
solo hablan de tu grandeza.
Y yo soy la cabeza de oro.
Lo dijo Jehová.
Tu sueño reveló muchas cosas buenas.
Pero ese Beltsasar es solo un judío.
Debo admitir que es un judío listo.
Pero él no podía interpretar sueños
antes de venir aquí.
Primero tuvimos que educarlo
y darle un nombre babilonio,
un nombre que honra
a nuestro gran dios Bel.
Bel usó a este joven cautivo
para revelarte cosas importantes.
Bel,
no Jehová,
a quien tú venciste en Jerusalén.
Así que el árbol son mis enemigos.
Pero, después de los siete tiempos,
¿a quién representa?
Pues... eres tú, oh, rey.
Son inútiles.
¡Por fin!
Beltsasar, jefe de los sacerdotes-magos.
Ninguno de los sabios pudo revelarme
la interpretación del sueño que tuve.
Pero tú sí podrás.
Explícame las visiones
que tuve en mi sueño.
¿Qué soñaste?
Vi un árbol en medio de la tierra.
Era altísimo, enorme.
El árbol creció y se hizo fuerte,
y su copa...
su copa llegó hasta los cielos,
llegó hasta los cielos...
Y el árbol creció
y se hizo fuerte...
Vi a un santo...
¡Corten el árbol!...
Vi a un vigilante...
¡Corten el árbol!...
Con una atadura de hierro y de cobre.
Dime, ¿quién es el árbol?
Oh, mi señor,
que el sueño se cumpla
en los que te odian
y su interpretación en tus enemigos.
El árbol que viste,
que se hizo grande y fuerte,
cuya copa llegó a los cielos,
el que se veía desde toda la tierra,
que tenía un follaje hermoso,
mucho fruto y comida para todos,
bajo el que vivían
los animales del campo
y en cuyas ramas
residían las aves del cielo,
ese árbol eres tú, oh, rey.
Y el rey vio a un vigilante, un santo,
que bajaba de los cielos diciendo:
“Corten el árbol y acaben con él,
pero dejen el tocón
con sus raíces en la tierra,
con una atadura de hierro y de cobre.
Que lo moje el rocío del cielo
y que esté con los animales del campo
hasta que pasen siete tiempos por él”.
Esta es la interpretación,
y este es el decreto del Altísimo.
Oh, rey, te van a echar
de entre los hombres,
y vivirás con los animales del campo
y comerás hierba como los toros.
El rocío del cielo te mojará,
y pasarán siete tiempos por ti,
hasta que tú sepas
que el Altísimo es Gobernante
en el reino de la humanidad
y que él se lo puede dar
a quien él quiera.
Pero, como dijeron que se dejara
el tocón del árbol con sus raíces,
recuperarás tu reino
cuando reconozcas
que los cielos están gobernando.
Apártate de tus pecados
haciendo lo que está bien,
y de tu maldad
siendo compasivo con los pobres.
Y puede
que se prolongue tu prosperidad.
¿Sabe Beltsasar cuándo sucederá esto?
No.
Pero tus sabios
no creen que su interpretación
sea confiable.
Mira los hechos.
Los dioses de Egipto
les dijeron a los egipcios
que nos derrotarían.
Pero tú los venciste.
Así que ¿por qué deberíamos creer
al Dios de los judíos?
Has conseguido mucho.
Los dioses están contigo.
Tú has hecho de Babilonia
el mayor reino de la tierra.
Beltsasar quiere que tú
te humilles como un esclavo.
¡Tú!
Si el rey es fuerte,
el reino también lo será.
Sigamos hablando
de las estrellas de Enlil.
La estrella Lugal es la que más brilla
en la constelación Urgula.
Las estrellas son confiables,
no como los dioses
de las naciones vencidas.
Vuelve a Jerusalén.
Ah, claro, no puedes,
porque no queda nada de ella.
¿Te ha revelado Jehová algo nuevo?
Ya han pasado 10 meses,
y el rey todavía no se ha vuelto loco.
Confío en mi Dios.
Y nosotros en los nuestros.
Pero, cuando leemos las estrellas,
elegimos cómo interpretar el mensaje.
Tú eres responsable de lo que dices.
Y, cuando un sabio miente,
bueno, entonces...
Yo solo dije lo que Jehová reveló.
¿Olvidaste lo que hizo el rey
cuando no supieron interpretar
el sueño de la imagen?
Mandó matar a los sabios.
Y aquella fue
una interpretación buena para el rey,
él era la cabeza de oro.
Esta vez dijiste que enloquecería,
y no ha pasado nada.
Pero va a pasar.
Puede que sí o puede que no.
Pero lo que dijiste va contra el rey.
Es traición.
Y nadie puede protegerte de eso.
Diez meses.
No ha pasado nada.
Lo que dijiste va contra el rey.
Y el rey todavía no se ha vuelto loco.
Es traición.
Y nadie puede protegerte de eso.
Para que siempre tengas
las palabras de Jehová contigo.
“Enséñame tu camino, oh, Jehová”.
“No me entregues a mis adversarios,
porque testigos falsos
se han levantado contra mí
y me amenazan con violencia.
¿Dónde estaría yo
si no hubiera tenido fe
en que vería la bondad de Jehová
en la tierra de los vivos?”.
Por favor, haz una prueba con tus siervos
durante 10 días.
Sin embargo,
tienen mejor aspecto que los otros.
Sigue dándoles los mismos alimentos.
No conozco a su Dios,
pero ustedes han demostrado ser
10 veces mejores
que todos los adivinos y los sacerdotes
que conozco.
Tuvo un sueño, y nadie es capaz
de decirle qué soñó.
Jehová escuchó tu oración.
“Pon tu esperanza en Jehová;
sé valiente y fuerte de corazón.
Sí, pon tu esperanza en Jehová”.
Preparen un sacrificio para Bel.
—Por los dioses.
—Por los dioses.
Esta ciudad
es la joya del mundo.
Miren la Puerta de Istar,
los jardines...
el zigurat es tan alto
que llega hasta los mismos dioses.
Nadie lo pone en duda.
Es extraño que hace un año
uno de tus sirvientes
dijera que te ibas a volver loco.
¿No es esta Babilonia la Grande,
la que yo mismo
he construido para la casa real
con mi propia fuerza y poder,
para la gloria de mi majestad?
Oh, rey Nabucodonosor,
a ti se te dice:
“El reino se te ha quitado
y se te echa de entre la humanidad.
Vivirás con los animales del campo
y comerás hierba como los toros.
Pasarán siete tiempos por ti,
hasta que sepas
que el Altísimo es Gobernante
en el reino de la humanidad
y que él se lo da a quien él quiere”.
¡No!
¡No!
¡No!
¡Padre!
¡Padre!
Tú y tus sabios
se equivocan constantemente.
¿Cómo se atreven a decir
que Daniel es un fraude?
Todo es un truco.
Daniel conspiró contra tu padre.
Un truco.
¿Y cómo hizo que se cumpliera?
Todo lo que él dijo se cumplió,
no como las cosas que dicen ustedes.
Mi padre confiaba en ustedes,
y yo también.
Pero estaban equivocados.
Me da igual si falló Marduk
o fallaron ustedes...
Dime, ¿quién es
este Dios de los cielos, Jehová?