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Daniel, un hombre de fe (Parte 2)

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¡Aquí están!
¡Por Nebo! ¡Istar! ¡Y Marduk,
el más grande de los dioses!
¡Sí! ¡Sí!
Llamen a los sabios.
¡Llamen a los sabios!
No sé lo que es eso.
—El rey...—
—No parece que sea un presagio.—
No hay nada de esto en los libros,
¿verdad?
¿Están aquí todos los sabios?
Los mejores del reino.
Necesito hablar con el rey,
por favor.
Mi señor, su madre está aquí.
Oh, rey, vive eternamente.
En tu reino hay un hombre
que tiene el espíritu
de dioses santos.
Él te dirá la interpretación.
¿Y quién es?
Daniel.
¿Daniel?
¿Quién es Daniel?
¿Eres tú Daniel?
Sí, mi señor.
He oído que tú eres capaz
de dar interpretaciones.
Pues bien, si eres capaz
de leer la escritura
y revelarme su interpretación,
haré que te vistan de púrpura,
que te pongan un collar de oro
en el cuello
y que seas el tercer gobernante
en el reino.
Quédate con tus regalos.
Dales tus premios a otros.
Aun así, le leeré la escritura al rey.
El Dios Altísimo le dio
a Nabucodonosor el reino,
la grandeza,
la honra y la majestad.
Pero, cuando su corazón
se volvió arrogante,
se le quitó el trono de su reino
y se le quitó su dignidad.
Pero tú, Belsasar, no humillaste
tu corazón aunque sabías todo esto.
Al contrario, desafiaste
al Señor de los cielos.
Hiciste que te trajeran
los recipientes de su casa.
Y luego tú
y tus nobles,
tus concubinas y tus otras esposas
bebieron vino de ellos.
Y alabaste a dioses
de plata y oro,
dioses que no ven nada
ni oyen nada
ni saben nada.
Pero no le diste gloria al Dios
que tiene tu aliento en sus manos,
y todos tus caminos.
La mano
la ha enviado él.
Esta es la interpretación
de las palabras:
MENÉ:
Dios ha numerado los días
de tu reino
y le ha puesto final.
TEQUEL:
tú fuiste pesado en la balanza
y eres deficiente.
PERÉS:
se dividió tu reino
y se le dio a los medos
y a los persas.
Rey Darío, este es Daniel,
un judío cautivo de los babilonios.
¿Interpretaste tú la escritura
de los dioses?
No.
No fui yo, oh, rey.
Fue mi Dios,
el Dios de Israel.
Nos convendría tener un sátrapa
que comprenda a los cautivos.
Reconozco que ser sátrapa
no es una posición tan alta
como la que Belsasar te dio.
Mi señor,
Daniel rechazó los regalos
y honores que Belsasar le ofreció.
Un hombre que no se deja comprar.
No serás uno de los sátrapas,
serás su supervisor.
Tura, anuncia su nombramiento
en todo el reino.
Quiero que los que están robando
del tesoro
sepan que tendrán
que rendir cuentas.
Daniel,
vas a hacer un buen trabajo.
Solo con la ayuda de Jehová.
¿Por qué cobran tantos impuestos
por las tierras?
¿Otra revuelta?
Esta vez es mucho peor.
Vengo de cobrarle los impuestos
a un administrador.
¿Te pagó?
Sí, pero se niega a pagarnos
“nuestra parte”.
Yo tuve el mismo problema.
Dicen que lo que estamos haciendo
es extorsión.
¿Qué ha cambiado?
Daniel.
¿Le han ofrecido algo,
para que sea más razonable?
No acepta ni un siclo de plata.
Daniel dice que lo que ya le pagan
es suficiente.
No sean tan ingenuos.
Es una fachada para ganarse al rey.
No le durará.
Darío se va a cansar de él muy pronto.
Mi señor,
parece que hay una discrepancia
en las cuentas del tesoro.
Tienes que ser valiente
para decir eso aquí.
Sé que son malas noticias.
Lo analizaremos bien.
Daniel, el tiempo que llevas aquí
te ha hecho muy sabio.
¿Cuántos años han pasado?
Más de 70 años.
Cuéntame más.
Háblame de los sueños que le
interpretaste a Nabucodonosor.
Las interpretaciones
vienen de mi Dios, Jehová.
Él fue el que me reveló los sueños.
¿De verdad llevo más de 70 años
en Babilonia?
¡La profecía de Jeremías!
“Cuando se hayan cumplido 70 años,
les pediré cuentas al rey de Babilonia
y a esa nación por su error”.
¿Qué significará esto
para el pueblo de Dios?
“Cuando se cumplan 70 años
en Babilonia,
yo dirigiré mi atención a ustedes
y [entonces] cumpliré mi promesa
trayéndolos de vuelta a este lugar”.
¡Judá!
Tengo que orar a Jehová
y confesar el pecado de mi pueblo.
Oh, Jehová, escucha.
Oh, Jehová, perdona.
¡Oh, Jehová,
presta atención y actúa!
No tardes, oh, Dios mío,
por causa de ti mismo.
Daniel,
he venido a ayudarte
a comprender y entender.
Cuando empezaste a suplicar,
se emitió un mensaje
y he venido a informártelo.
Sobre tu pueblo
y sobre tu ciudad santa
se han fijado 70 semanas
para poner fin a la ofensa,
para acabar con el pecado.
Daniel, Azarel y Ana están aquí.
Hola, Daniel.
¡Cuánto me alegro de verlos!
Éfer, ven, siéntate conmigo.
Tengo buenas noticias.
¿Qué noticias?
Jehová nos dijo hace mucho
que volveríamos a Judá.
Volví a leer
la profecía de Jeremías.
Esto es lo que dice Jehová:
“Cuando se cumplan 70 años en Babilonia,
yo [...] cumpliré mi promesa
trayéndolos de vuelta a este lugar”.
Setenta años.
Eso quiere decir
que el pueblo regresará pronto.
¿Cómo estás tan seguro?
Jehová envió a un ángel
que me lo dijo.
¿Un ángel?
Me dijo que la ciudad y el templo
serán reconstruidos.
Y por fin vendrá el Mesías.
Tú vas a ver el templo
reconstruido.
¿Y no será peligroso?
Jehová está deseando
darle a su pueblo cosas buenas.
Él le dijo a Isaías
que no tendremos hijos
para que sufran,
porque son la descendencia
compuesta por los que Jehová
ha bendecido.
—Y si Jehová lo dice...—
—Se hará realidad.—
Pero la tierra está desolada.
Nos harán falta
constructores buenos
para la reconstrucción.
Entonces,
¿vas a regresar a Judá?
Espero que sí.
Sería bueno que se les diera
mantenimiento a los caminos.
Si no, la situación empeorará
cuando llegue la temporada de lluvias.
Tura, encárgate de eso.
¿Cómo es que sabes tantas cosas?
Yo no tengo el mérito de eso, señor.
Yo no...
Tenemos muchos hombres importantes
que nos dan la información
que necesitamos.
Daniel,
¿qué pasa con el sátrapa de Susa?
¿Hay que reemplazarlo?
Mis hombres
lo han estado investigando.
Ese sátrapa ha estado
robando dinero del palacio.
—Eso... ¡es imposible!—
—¿No es tu sobrino, Otanes?—
Lo es.
Y te garantizo
que es un hombre honrado.
Debe haber un error.
¿Cómo puede Daniel
conocerlo mejor que yo?
Hablaré con él y resolveré esto.
Los medos y los persas
no somos tan intolerantes
como... estos judíos.
Lo solucionaremos.
Muy bien.
Háganlo pronto.
Eso es todo.
Señor, siento interrumpirle.
Tiene visita.
Lo único que hacen los judíos es orar.
No podría servir al rey como lo hago
sin la ayuda de Dios.
¿Servir al rey?
¿Intimidando a los sátrapas?
Hice lo que tenía que hacer.
Un extranjero
no tiene derecho a decirnos
lo que tenemos que hacer.
Hago lo que hago por el rey.
Ya oímos lo que hiciste
por el rey Nabucodonosor.
Hiciste que se volviera loco.
—Eso fue un mensaje de Jehová.—
—Llámalo como quieras,—
pero... no te metas
en nuestros asuntos.
Si piensas que es fácil
quitar a un sátrapa,
imagínate lo fácil que es deshacerse
de un viejo judío como tú.
Es un honor estar ante ti.
¿Saben por qué los mandé llamar?
No, mi señor.
El sátrapa que Daniel
sugirió reemplazar,
¿qué pasó con él?
Sí, nosotros investigamos bien
el asunto.
¿Fue negligente?
No.
¿Incumplió sus deberes?
No, señor.
¿Envió al tesoro
todos los impuestos que cobró?
No falta ni un solo siclo de oro
ni un solo litro de cerveza.
Eso no es lo que dijo Daniel.
Daniel sirvió a los reyes
de Babilonia bien, pero...
Es muy viejo.
Otanes quiere decir que es
muy mayor para confiar en su criterio.
Sus ideas están anticuadas.
Además, es un judío.
Somos tolerantes
con todos los pueblos.
Por supuesto.
—Claro que lo somos.—
—Daniel, estábamos hablando de ti.—
Tenías razón.
Hubo una revuelta en Susa.
Quieren un nuevo sátrapa.
Uno que no les robe.
—Pero señor, seguro...—
—¡Basta!—
Yo envié a mis propios inspectores,
en los que confío.
Daniel, tú destacas
sobre estos hombres.
Imagina lo que lograría
si fueras mi primer ministro.
Quizás podamos hablar con el rey.
No servirá de nada.
Daniel lo está manipulando.
Necesitamos acusar a Daniel
de algo que Darío
no pueda pasar por alto.
Pero nadie ha podido acusarlo
de nada.
Por ahora.
Reúne un equipo
que investigue nuestras leyes,
seguro que ha violado alguna.
Tú, pregunta a los mercaderes, inspectores, funcionarios...,
a cualquiera
que pueda acusarle de algo.
Háganle saber al que lo acuse
que recibirá una buena recompensa.
Tenemos los registros babilonios
Busquemos algún escándalo
en el que Daniel
pueda estar implicado.
No hay nada en los registros.
¿Encontraste algo?
No falta ni un siclo de plata.
De hecho,
cuando Daniel investiga un asunto,
la corrupción desaparece.
Sigue investigando.
Nadie habla mal de él.
Todo el mundo lo quiere.
El rey confía en él.
Normalmente, nadie les hace caso
a los comerciantes extranjeros
cuando les roban.
Pero Daniel los defiende,
investiga lo que pasa
y obliga a los ladrones
a devolverles lo que les robaron.
Hasta sus amigos están limpios.
Nabucodonosor prohibió
que se hablara en contra de su Dios.
Supuestamente, ese Jehová
los salvó del horno
cuando se negaron a adorar
un dios babilonio.
¿Los judíos no adoran
a otros dioses?
Eso parece.
Acabas de solucionar el problema.
Katu, Otanes,
¿qué es lo que quieren?
Oh, rey Darío, vive eternamente.
Esta Babilonia de la que tú eres rey
es poderosa, pero su gente
es muy variada.
Hay babilonios, egipcios,
griegos y otros.
Sí, Otanes, ya lo sé.
Eres el rey legítimo,
pero un extranjero recién llegado.
La gente debe adaptarse,
si no, el reino
podría volverse inestable.
¿Qué sugieren?
Todos los funcionarios reales,
prefectos, sátrapas,
altos funcionarios y gobernadores
se han puesto de acuerdo
en que se emita un decreto real
y una prohibición.
Que durante 30 días
el que le haga una petición
a un dios o a un hombre
en vez de a ti, oh, rey,
debe ser arrojado al foso
de los leones.
Tenemos que impedir
que la gente se rebele.
Recuerda lo que pasó en Susa.
Ahora, oh, rey,
emite el decreto y fírmalo
para que no se pueda cambiar,
de acuerdo con la ley de los medos y los persas.
Que no se puede anular.
Nuestro imperio está
experimentando
el mayor periodo de paz
y prosperidad de su historia.
Los recientes actos
de rebeldía ocurridos en Susa,
así como otros actos similares
llevados a cabo por grupos radicales,
amenazan nuestro estilo de vida,
un estilo de vida que no
sacrificaremos bajo ningún concepto.
En honor a la gloriosa libertad
que garantiza el imperio
y como recordatorio
de su soberanía,
yo, Darío el medo,
emito el siguiente decreto:
Durante 30 días
cualquiera que le haga una petición
a un dios o a un hombre
en vez de al rey, debe ser arrojado
al foso de los leones.
¿No irás a casa a orar, verdad?
Azarel,
ya me conocen,
y mis enemigos también.
Oro con la ventana abierta
tres veces al día,
todos los días.
Si cediera, aunque fuera un poco,
¿qué pensarían?
Que dejaste de orar por completo.
O peor aún,
que cambié mi adoración a Jehová
por mi vida.
Conozco a Jehová
y, si confío en él,
me premiará.
No sé cómo lo hará,
pero lo hará.
Pídanle a Jehová
que yo no pierda la fe,
que todos la mantengamos,
sin importar lo que pase.
Tengo algo para ti.
La cena está lista.
“Jehová es mi luz
y mi salvación.
¿A quién le tendré miedo?”.
“Óyeme, oh, Jehová,
cuando grito por ayuda;
concédeme tu favor
y respóndeme. [...]
Tu rostro, oh, Jehová,
trataré de encontrar. [...]
Tú eres quien me ayuda;
no me abandones,
no me dejes,
mi Dios de salvación”.
Oh, rey, vive eternamente.
¿No es cierto que firmaste
una prohibición
que dice que durante 30 días
cualquiera que le haga una petición
a un dios o a un hombre...
En vez de a ti, oh, rey.
... será arrojado al foso de los leones?
Sí, así quedó establecido
de acuerdo con la ley
de los medos y los persas.
¿Cuál es el problema?
Daniel,
uno de los desterrados de Judá,
no te ha obedecido, oh, rey,
ni tampoco ha obedecido
la prohibición que firmaste.
Ora todos los días, tres veces.
¿Daniel?
No puede ser cierto.
¿Están seguros?
Ni siquiera lo ha negado.
¿Alguien lo vio?
Todos nosotros lo vimos, señor.
Somos testigos.
Pero ya es viejo.
¿Sabe lo que hace?
Es un alto funcionario.
Seguro que sabe lo que significa
obedecer al rey.
Váyanse.
¿Arrestamos a Daniel?
Yo me encargaré de él.
Daniel debe ser castigado,
para que sirva de ejemplo.
Lo quitaré de su cargo,
y abandonará la ciudad
mañana por la mañana.
Mi señor...
Todos sabrán que la ley
hay que obedecerla.
Pero la ley dice claramente
que el culpable
debe ser echado
al foso de los leones, mi señor.
Ya sé lo que pretenden.
¿Es que no tienen vergüenza?
La ley de los medos y los persas
dice que no se puede cambiar
ningún decreto o prohibición
que el rey haya emitido.
Solo queremos que el rey
reciba la honra que se merece.
Llévenlo al foso.
Tu Dios, a quien sirves
con constancia, te rescatará.
¡Quiten la piedra!
¿Daniel?
Daniel.
Oh, rey, vive eternamente.
¡Está vivo!
¡Súbanlo!
Mi Dios envió a su ángel
y cerró la boca de los leones,
y no me hicieron ningún daño,
pues se me ha considerado
inocente ante él.
Y tampoco te he hecho
nada malo a ti, oh, rey.
Armenia ahora es mía.
Daniel no supo aprovecharse de ella.
Sus caballos son perfectos
para nuestra caballería.
Yo también me quedaré algunos.
Está bien, quédate tú con Armenia.
Yo me quedaré con Bactriana
y sus piedras preciosas.
¿No es demasiado pronto
para que se dividan el reino de Daniel?
¡Miren en el cuarto de atrás!
¿Qué significa todo esto?
¡Quedan arrestados
por delitos contra el rey Darío!
A quien el rey mandó arrestar
fue a Daniel, no a nosotros.
Daniel fue arrestado y echado al foso.
Y fue liberado esta mañana,
sin un solo rasguño.
¡No puede ser!
Puede que los leones
no tuvieran hambre.
O que estén enfermos.
¿Enfermos?
¿Sin hambre?
Échenlos al foso con sus familias,
que prueben sus teorías.
¡Nooo!
—¡No hagas esto, yo te serví!—
—¡Nooo!—
—¡No, por favor!—
—¡Nooo!—
Doy la orden de que la gente
de todo rincón de mi reino
debe temblar de temor
ante el Dios de Daniel.
Porque él es el Dios vivo
y permanece para siempre.
Su reino nunca será destruido.
“Él rescata, salva y realiza milagros
y cosas impresionantes
en los cielos y en la tierra,
porque ha rescatado a Daniel
de las garras de los leones”.
¿Darío escribió eso?
Se lo ha enviado a todo el mundo.
Estábamos muy preocupados.
¿Te asustaste?
Tuve mucho miedo.
Pero Jehová nos ayuda
cuando tenemos miedo.
A ellos les da miedo ir a Jerusalén.
¡Éfer!
No lo hemos decidido todavía.
¿Y tú? ¿Qué vas a hacer?
El rey dice que todos podemos ir.
Me encantaría ir...,
pero
creo que ya es
demasiado tarde para mí.
Entonces, yo tampoco quiero irme.
Oh, no, no, no llores.
Si te vas,
verás una ciudad
mucho mejor que la que yo dejé.
Verás cómo se cumplen las profecías.
Y podrás ver una ciudad
llena de gente que adora a Jehová
y un nuevo templo,
el edificio más hermoso
de toda la Tierra.
¿Viste al vecino de al lado?
No, no lo vi en todo el día.
El otro día vi a Elí.
Mantente cerca de Jehová.
Él te va a bendecir.
“Una cosa
le he pedido
a Jehová [...]:
que pueda vivir
en la casa de Jehová
todos los días de mi vida
para
contemplar la bondad de Jehová
y recrearme
mirando
su templo”.
Daniel, necesitas descansar.
Daniel, eres un hombre muy valioso.
He sido enviado a ti.
No tengas miedo, Daniel.
Tus palabras han sido oídas
desde el primer día
en que te decidiste de corazón
a entender y a humillarte
delante de tu Dios.
He venido a hacer que entiendas
lo que le ocurrirá a tu pueblo
en la parte final de los días.
No me queda aliento.
Y no tengo fuerzas.
No tengas miedo,
hombre muy valioso.
Ten paz.
Sé fuerte.
Sé fuerte.
Habla, mi señor,
porque me has fortalecido.
Te informaré de las cosas anotadas
en los escritos de la verdad:
“¡Mira! Surgirán tres reyes más
en Persia,
y el cuarto
acumulará mayores riquezas
que todos los demás”.
Mi señor, ¿cuál será el resultado
de estas cosas?
Feliz el que se mantiene
a la expectativa.
Sigue adelante hasta el fin.
Descansarás,
pero al fin de los días
te levantarás para recibir tu parte.
Si comemos eso,
desobedeceremos a nuestro Dios.
¿Temes a tu Dios?
Le temo.
Las interpretaciones
vienen de mi Dios, Jehová.
Yo sé que él me revelará tu sueño.
Jehová está deseando
darle a su pueblo cosas buenas.
Conozco a Jehová
y, si confío en él,
me premiará.
No sé cómo lo hará,
pero lo hará.