JW subtitle extractor

JW Broadcasting: Diciembre de 2025 (graduación de la clase 158 de la Escuela de Galaad)

Video Other languages Share text Share link Show times

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®!
El 13 de septiembre de 2025,
la clase 158 de Galaad terminó
sus cinco meses
de estudio intensivo.
El día de la graduación
los estudiantes tienen
una mezcla de emociones:
alivio
por haber conseguido
completar el curso,
alegría
por estar allí
con amigos y familiares
y quizás —quizás—
algo de preocupación
por lo que pueda venir.
Escuchemos los discursos
tan animadores
que algunos hermanos
prepararon para la clase.
Seguro que disfrutarán mucho
de las perlas espirituales
de esta graduación.
Es un gran placer
darles la bienvenida
a este programa de graduación
de la clase 158
de la Escuela Bíblica de Galaad
de la Watchtower.
Me gustaría dirigirme a ustedes,
queridos estudiantes
de la clase 158,
a los 52 estudiantes.
El título de este discurso es
“Sigan siendo
la sal de la tierra”.
Si buscamos Mateo 5:13,
Jesús hizo este comentario
en el versículo 13
(en la primera parte).
Dijo: “Ustedes
son la sal de la tierra”.
Jesús dijo estas palabras
en su espectacular
Sermón del Monte.
Y, aunque una gran multitud se benefició
de lo que Jesús dijo en ese sermón,
¿a quiénes se estaba
dirigiendo él especialmente?
Fue a sus discípulos
y sobre todo, específicamente,
a los 12 apóstoles.
Los acababa de elegir,
y seguramente
estaban sentados
cerca de él.
En particular,
ellos necesitaban capacitación
para ser buenos ejemplos
y líderes espirituales.
Así que las palabras
“ustedes son la sal de la tierra”
eran para los discípulos,
sobre todo los apóstoles.
Y también son relevantes para ustedes,
como veremos
durante este discurso.
Es interesante que Jesús
no usó una comparación.
No dijo: “Ustedes son como la sal”.
No, usó una metáfora:
“Ustedes son la sal”.
Él estaba diciendo lo que eran,
no a lo que se parecían.
¿Qué quiso decir Jesús
cuando usó esta metáfora?
Pues que los discípulos
tendrían un efecto en los demás
parecido al que la sal
tiene en las cosas.
¿A qué se estaba refiriendo?
Veamos tres características de la sal
que Jesús pudo tener en mente
cuando usó esta metáfora.
Y ustedes verán,
queridos estudiantes,
que son como la sal
en estos tres aspectos.
Leamos Colosenses, capítulo 4
—seguro que Jesús
pensó en algo así—,
versículo 6:
“Que sus palabras
sean siempre agradables,
sazonadas con sal,
para que sepan
cómo deben responder
a cada persona”.
¿De qué característica de la sal
se habla aquí?
Sirve para sazonar,
realza el sabor.
Sin duda hace que la comida
esté más sabrosa, más rica,
¿verdad?
Y esto es lo que va a pasar
con ustedes, queridos estudiantes.
Con lo que digan,
con su conducta
—y especialmente
después de haber estado
en la Escuela de Galaad—,
usarán palabras agradables,
bien sazonadas, sabrosas,
tanto en la congregación
a la que vayan
como en la familia Betel
a la que se les asigne.
No van a sazonar
sus palabras con picante.
El texto no decía picante, ¿verdad?
No decía pimienta negra,
cayena, jalapeño o habanero.
Decía sal, que no pica;
sazona.
Y así es como se expresarán
cuando den discursos,
cuando comenten
en las reuniones,
en sus conversaciones.
Sazonarán, por decirlo así,
a la familia Betel
y a la congregación
a la que asistan.
Ahora la segunda característica de la sal.
No lo vamos a leer,
pero Ezequiel 16:4
habla de una práctica común
en tiempos bíblicos,
la de frotar el cuerpo
de un recién nacido
con sal.
¿Saben por qué frotaban
el cuerpo de los bebés con sal?
Una razón es porque la sal
mata los gérmenes,
tiene propiedades antisépticas.
Incluso hoy,
la gente hace gárgaras
con agua y sal
cuando le duele la garganta
para matar gérmenes
y bajar la inflamación.
Muchas personas
lavan las verduras
con agua y sal
para desinfectarlas.
La sal puede matar o reducir
las bacterias y otros patógenos.
Probablemente
ustedes no se han visto
a sí mismos nunca
como germicidas o antisépticos.
Pero en sentido espiritual lo son.
¡Lo son!
Por poner un ejemplo,
supongamos que en la familia Betel
o en la congregación a la que vayan
alguien dice un chisme
—eso es un germen—;
ustedes matarán ese germen.
Cambiarán el tema
o defenderán al hermano
del que hablan.
De alguna manera
acabarán con ese patógeno.
Por ejemplo,
quizá alguien diga algo como:
“Mira ese anciano,
siempre se pasa de tiempo
en sus intervenciones”.
Ustedes contestarán:
“No me había dado cuenta,
¡pero qué bueno
es este hermano!
Es cariñoso, amable,
se preocupa mucho
por cuidar a los hermanos
de la congregación.
Por eso lo queremos tanto, ¿verdad?”.
Acaban de matar el germen.
Fueron un germicida espiritual.
Lo serán en el territorio.
Matarán el germen de la trinidad,
el del infierno,
el de la inmortalidad del alma…,
los de todas esas enseñanzas falsas.
La tercera característica de la sal
que Jesús seguro tuvo en mente
está en Levítico 2;
leamos el versículo13.
Dice:
“Todas las ofrendas de grano que hagas
deben sazonarse con sal.
No permitas que a ninguna
de tus ofrendas de grano
le falte la sal
del pacto de tu Dios.
Siempre que hagas una ofrenda,
ofrecerás sal”.
La Ley mosaica especificaba
que todos los sacrificios
que se hicieran a Jehová en el altar
debían estar sazonados con sal.
De hecho,
para que eso fuera posible,
los historiadores judíos
dicen que había
un gran montón de sal
junto a la rampa
que llevaba al altar.
Y había un lugar específico,
un almacén grande,
dentro del recinto del templo
donde se guardaba
una gran cantidad de sal
para cumplir con este requisito de Jehová.
Pero surge una pregunta:
¿por qué pedía esto Jehová?
La Atalaya comentó
sobre este tema.
Dice: no era para “mejorar
el sabor de los sacrificios,
sino, probablemente,
porque la sal representaba
[la] ausencia de corrupción o deterioro”.
Y tiene sentido.
Así que la tercera característica,
la sal es conservante.
Evita que algo se dañe,
se pudra, se descomponga.
Se puede conservar
la carne, por ejemplo,
durante mucho tiempo
sin refrigeración
si se cura con sal.
La sal conserva la carne
por mucho tiempo.
Es un conservante.
Y ustedes también pueden
llegar a ser un conservante
en sentido espiritual.
Lo sabemos,
sabemos que lo harán.
Por ejemplo, si le dan
un curso de la Biblia
a un fumador que tiene
los pulmones y el corazón
muy dañados,
a un drogadicto
con el cerebro afectado
o a un alcohólico
con problemas de hígado
o a alguien inmoral,
que se expone a un montón
de enfermedades terribles.
Ustedes le dan las clases,
y con la ayuda de Jehová
la persona deja
los malos hábitos
y ese deterioro se detiene.
Y muchas veces
no solo se detiene
ese proceso de deterioro,
sino que hasta pueden regenerarse
la mente, los órganos, el cuerpo.
Y, al aprender la verdad,
la persona se hace
amiga de Jehová,
y ustedes le han ayudado
a conservar la vida
por toda la eternidad.
Así que serán un conservante
cuando prediquen.
Y en la familia Betel,
si alguien da un paso en falso
que pudiera arruinar
su espiritualidad,
sean cristianos maduros
y traten de corregirlo
“con espíritu apacible”
para que conserve la vida
y no la pierda.
Estos son unos pocos ejemplos
de cómo serán un conservante.
Bueno, hemos visto que la sal
tiene muy buenas cualidades.
Vimos que es un sazonador,
un germicida
y un conservante.
La metáfora es muy buena, ¿verdad?
Y, si lo piensan bien,
Jesús lo usó como halago.
Y nosotros también lo usamos así.
Se lo decimos
a ustedes, estudiantes,
como un halago.
“Ustedes son la sal de la tierra”.
Pero junto con el halago,
si volvemos a Mateo, capítulo 5,
después del halago,
Jesús dio una advertencia.
Vamos a Mateo 5:13
y leemos todo el versículo.
Jesús dijo: “Ustedes
son la sal de la tierra.
Pero, si la sal pierde su fuerza,
¿acaso puede volver a ser salada?
Ya no sirve para nada,
sino para echarla afuera
y que la gente la pisotee”.
Por lo tanto, la sal se puede
contaminar, ¿verdad?
Se puede diluir, adulterar
y perder sus propiedades
si se contamina
de alguna manera.
Y en nuestro caso
tenemos que mantener
nuestra salinidad espiritual,
que no pierda fuerza,
por así decirlo.
¿Y cómo lo harán?
Poniendo en práctica
las maravillosas cosas
que han aprendido
durante estos cinco meses;
así seguirán siendo sal espiritual.
Ahora disfrutaremos de otra parte
que nos encanta,
una de las partes preferidas
de este programa.
Se trata de De primera mano.
Por favor, presten atención
al hermano Joel Kelly,
otro de nuestros queridos
instructores de Galaad.
Él se encargará de este episodio
de De primera mano.
Bienvenidos a otro episodio
de De primera mano.
En Isaías 64:8,
se dice que Jehová
es “nuestro Alfarero”
y que “nosotros somos el barro”.
Es verdad que somos imperfectos,
como el barro,
pero Jehová puede moldearnos.
Siempre que permitamos
que él nos moldee,
podemos llegar a ser
cualquier cosa
para cumplir su propósito.
Veamos cómo ha hecho eso
con cinco estudiantes
de la clase 158 de Galaad.
Cuando escuchen las entrevistas,
fíjense en las cualidades
que Jehová les mostró
y en lo que él hizo para guiarlos
en su carrera espiritual.
Primero tenemos
a Mark y Melissa Gratrix
de la sucursal de Gran Bretaña.
Muchas gracias
por estar con nosotros
en De primera mano.
Gracias.
Sabemos que vienen
de la sucursal de Gran Bretaña,
¿pero son los dos de allí?
Yo soy de cerca de Mánchester,
en el norte de Inglaterra.
Y yo soy de Detroit, Míchigan,
en Estados Unidos.
Los separaba
el océano Atlántico,
¿cómo se conocieron?
Fui como delegado
a una asamblea internacional
cerca de donde vivía Melissa.
Eso fue en 1998.
Pero pasaron
unos cuantos años,
unos siete, hasta que nos casamos.
OK.
Y, en esa época,
¿qué estaba haciendo
cada uno de ustedes por Jehová?
Bueno, tuve unos padres
muy amorosos
y una muy buena niñez.
Pero en sentido espiritual
no me iba tan bien.
Desde que era muy pequeñita,
quería ser diseñadora de moda.
Y lo logré.
Estudié en la universidad
por cuatro años
y me gradué como diseñadora.
Y, claro,
después empecé a trabajar
en ese mundo.
Pero en sentido espiritual
no me estaba yendo bien,
no estaba desarrollando
buenas cualidades.
Era muy materialista.
No siempre tomé
las mejores decisiones
al elegir mis amistades,
no siempre elegí bien
con qué entretenerme
y no tenía metas espirituales.
¿Y tú, Mark?
Bueno, tristemente,
yo tampoco lo hice muy bien.
Mi mamá me enseñó la verdad
y me bauticé como a los 13,
más o menos.
Pero casi enseguida
empecé a llevar una doble vida.
Y, con cada año que pasaba,
iba de mal en peor.
Tenía muy buenos ejemplos en mi familia,
y mis amigos han sido
siervos leales de Jehová
hasta el día de hoy.
Pero solo Jehová
estaba al tanto
de lo que hacía con mi tiempo,
con quién me juntaba
y de que en realidad
no era la persona
que estaba aparentando ser.
Gracias por ser tan sinceros.
La verdad es que no es fácil
hablar de estos temas.
Entonces,
¿qué fue lo que los hizo cambiar?
Es interesante que,
aunque mi papá no era Testigo,
siempre nos dio un buen ejemplo,
siempre fue un buen esposo
y un buen padre.
Así que, cuando nos hicimos novios,
yo quería llegar a ser
el mejor esposo.
Y, aunque tuvimos
una relación a distancia,
enseguida empezamos
a estudiar juntos,
cada semana, por teléfono.
Fue la primera vez
que hice algo espiritual
con un motivo correcto.
Y me di cuenta
de que empezaba a tener
una buena relación con Jehová.
Claro, al final también entendí
todo el daño que le había hecho antes.
Y también,
para cuando nos casamos,
yo había empezado
el precursorado,
pero empecé a sentirme culpable
por algunas decisiones
que había tomado antes.
Así que los dos quisimos
hablar con los ancianos.
Y fue buenísimo, porque nos ayudó
a recuperarnos espiritualmente.
¡Qué buen efecto tiene
un estudio profundo de la Biblia
en la conciencia
y en la amistad con Jehová!
¿Entonces qué pasó después?
Pues empezamos a sentir
la alegría que se siente
al servir a Jehová.
Nos hicimos disponibles
prácticamente para todo.
Solicitamos ir a Galaad
—cuando se podía hacer
siendo precursores—
para trabajar en LDC, en Betel…
Nos sentíamos felices
de ofrecernos,
pero no recibimos respuesta
a esas solicitudes.
Ajá.
Con el tiempo,
unos buenos amigos
nos dieron la idea
de ir a Nicaragua,
donde hacía falta ayuda.
Y eso hicimos.
¿Y cómo les fue en Nicaragua?
Mira, por aquí tengo una fotito.
Y ahí nos puedes ver
predicando en Nicaragua.
¡Fue impresionante!
La gente nos escuchaba mucho.
Eran muy amables,
y dimos muchos cursos de la Biblia.
Nos encantó.
Fueron unos años fantásticos.
Y, como ves, nos movíamos
sobre todo en bicicleta.
Ya veo.
Cuando pasábamos caminando
frente a las casas de los hermanos,
siempre nos invitaban a comer,
y eso nos enseñó una gran lección
porque, aunque no tenían mucho,
eran superhospitalarios.
Me encanta esta foto.
Ver la felicidad
que irradian los dos…
Se les ve muy contentos.
Se nota que disfrutaron mucho
en Nicaragua.
Gracias por traerla.
Después de Nicaragua,
en algún momento
terminaron en Betel
de Gran Bretaña.
¿Y en qué departamentos
están trabajando?
Trabajo en el Departamento
de Asuntos Legales
y ayudo a los siervos especiales
de tiempo completo
a conseguir su visa.
Lo disfruto mucho porque veo
cómo Jehová nos ayuda
en todo el proceso,
que puede ser muy largo,
pero él quita todos los obstáculos.
¡Qué bueno!
¿Y tú, Mark?
Trabajo en el Departamento
de Información Pública.
Gran parte del trabajo
es facilitar información
sobre los Testigos
a los medios de comunicación,
al Gobierno, a las universidades…
Parece un trabajo desafiante.
Sí, para mí lo fue.
Me quedé petrificado
cuando recibí esa asignación.
Recuerdo muy bien una noche
en la que no podía dormir
del miedo que tenía.
Me levanté, fui a la sala
y leí Éxodo 3 y 4,
porque pensé que Moisés
recibió una asignación
como la de Información Pública.
Tuvo que ir a hablar
con el faraón.
Y, cada vez que expresaba
que no estaba preparado
para aquella labor,
Jehová le aseguraba
que para ayudarlo
haría lo que hiciera falta.
Y eso es lo que hemos vivido tanto yo
como mis queridos compañeros
del departamento.
Cada vez que hemos sentido
que algo nos sobrepasa,
que es muy difícil,
Jehová nos ha ayudado a superarlo.
Y eso fortalece mucho la fe.
Y también fortalece la fe
ver cómo Jehová los usa.
Estaba pensando
en su carrera espiritual,
dónde estaban al principio
y dónde están ahora.
¿Qué han aprendido de Jehová
con lo que han vivido?
Sí, he aprendido
que Jehová ha sido
muy paciente conmigo,
porque él sabía que quería
una vida emocionante
y sabía que me gustaba aprender,
y me dejó hacer
las cosas a mi manera.
Y, aunque sí tuve
cierta medida de felicidad,
hacer las cosas
a la manera de Jehová
no solo me ha ayudado
a desarrollar cualidades
y a acercarme a él,
también ha sido emocionante.
Jehová me ha permitido
llegar a tener habilidades
que nunca habría tenido
y a realizar tareas emocionantes
que nunca habría hecho
si siguiera viviendo a mi manera.
Estoy tan agradecida a Jehová
porque me ha permitido
probar y ver que servirle es bueno…
y porque no me dio por perdida.
Sí.
¿Tú qué dirías, Mark?
Yo he aprendido a valorar
la misericordia de Jehová.
Me doy cuenta
de que no busqué
la ayuda espiritual que necesitaba
porque tenía miedo.
No entendía que Jehová
quiere ayudar a las personas
que pasan por lo que pasé.
Pero un buen amigo
me mostró un texto
que me gustaría compartir
con ustedes si se puede.
Claro que sí.
Está en Isaías, capítulo 28.
Me encanta lo que dicen
los versículos 24 a 29,
aunque la idea clave
ya está en el 24.
Dice: “¿Acaso el labrador
se pasa todo el día arando
antes de sembrar la semilla?”.
Compara a Dios
con un agricultor.
Un agricultor no está
todo el tiempo arando;
se concentra en la cosecha,
de la cual comerá y disfrutará
al final del proceso.
Eso fue lo que experimenté yo con Jehová.
Lo que más le importaba a él
no era la disciplina o el castigo.
Él quería ayudarme
a que fuera feliz
y a sentirme limpio
y útil sirviéndole.
Y los dos estamos
muy agradecidos
por experimentar lo que se siente
al servir a Jehová.
Lo que han vivido
es un ejemplo claro
de este texto.
Y, añadiendo a lo que dijo Mark,
un texto que estudiamos
y analizamos en clase
fue Hebreos 9:14.
Ahí dice que Jehová nos permite
darle servicio sagrado
cuando tenemos
una conciencia limpia.
Y eso es lo que nosotros
hemos vivido.
Así que en nuestro servicio sagrado
tenemos que poner manos a la obra
y no dejar que nos paralicen
los errores del pasado.
Y eso es lo que ustedes dos han hecho.
Se ve que Jehová
los está usando y ayudando.
Gracias por compartir su historia.
Nuestra siguiente invitada
es de la sucursal de África oriental.
Recibamos a Wanjiku Waichigo.
Hola, Wanjiku.
Entonces, vienes de Kenia.
Y los hermanos allá
te dicen Sheko, ¿verdad?
Sí, Sheko.
Por favor, llámame Sheko.
Muy bien, Sheko.
Háblanos un poco de ti.
Cuando éramos niños,
mi mamá aprendió la verdad.
Mi papá no es Testigo.
Su principal interés era
que fuéramos a la universidad,
y yo quería llegar a ser abogada.
¿Abogada?
—Sí.
—Ajá.
Quería defender
a los desfavorecidos,
luchar por la justicia.
Estaba segura
de lo que quería hacer.
Bueno, la carrera de Derecho
consume mucho tiempo y energías.
¿Afectó eso tu amistad con Jehová?
Pues sí, porque para mí
lo más importante eran
los estudios, graduarme
y convertirme en abogada.
Mi amistad con Jehová
quedó en un segundo plano.
Sí.
¿Y qué fue lo que te hizo cambiar?
Cuando me gradué
de la universidad,
me mudé a una casa
que resultó estar al lado
de un Salón del Reino.
Recuerdo que un día
salí cansada del trabajo.
Iba caminando a casa;
fue un día largo.
Y vi a un grupo de Testigos;
iban al salón, muy contentos.
Y pensé:
“Yo soy una de ellos;
así me crie.
Eso debería hacer;
ahí debería ir”.
Así que a la siguiente reunión
fui al salón.
En este caso hacer
lo que hacen los demás
—no fue malo…
—Es verdad.
… porque eso te llevó
al Salón del Reino.
Sí.
Bueno, fuiste al Salón del Reino.
¿Cómo te sentiste al estar ahí
de nuevo con los hermanos?
Los hermanos
de la congregación a la que fui
eran muy amables
y muy cariñosos.
Me aceptaron,
me trataron con amor.
Me di cuenta
de que estaba en casa.
Prácticamente me salvaron.
¡Qué bueno escuchar eso!
Y ¿cómo terminaste
en el servicio de tiempo completo?
¿Qué hiciste en esa parte de tu vida?
Pues seguí un programa
para poder leer la Biblia en un año.
Me puse como meta
ese proyecto.
Y, como solía llegar
temprano al trabajo
y había descargado
Watchtower Library,
leía lo que tocaba para el día.
Y, después de hacer esa lectura,
investigaba los versículos.
Lo hice durante un año
y luego seguí.
Guau, un estudio de la Biblia profundo.
Ajá.
Así fue como empezó todo.
¿Y cómo terminaste
siendo precursora?
Yo salía a predicar
con algunos precursores
y me hice muy amiga
de una de ellos.
Salíamos juntas,
y ella siempre decía
que yo algún día
sería precursora.
En aquella época
yo trabajaba a tiempo completo
y pensaba que eso era imposible.
—Pero ella insistía.
—Sí, insistía mucho.
OK.
Y al final sí pude ser precursora
y asistir a la Escuela
del Servicio de Precursor.
—¿A ver?
—Ahí estamos las dos.
Ah, aquí te vemos con el libro
de la escuela de precursores.
¿Y es esta tu amiga?
Sí, esta es la hermana
que no paraba de insistir.
Esta era la segunda escuela para ella,
la segunda vez que iba,
y estuvimos juntas.
Su insistencia valió la pena.
Pues sí. Me encantó la escuela.
Fue un regalo de Jehová.
Y siguen siendo buenas amigas.
Claro.
—Qué bien.
—Sí.
Después de eso, empezaste
a trabajar con Betel
a tiempo parcial
y luego a tiempo completo.
¿En qué departamento estás?
En el de Asuntos Legales.
¡Qué bien!
Creo que lo que has vivido
es interesante
porque has tenido la oportunidad
de trabajar en este campo
para ganarte la vida,
pero ahora lo haces
para Jehová,
para su organización.
¿Qué dirías al comparar
estos dos mundos?
No se puede comparar.
Es que en el mundo
lo que quieres es ganar dinero
y subir, escalar en tu profesión.
Pero, cuando trabajas para Jehová,
defiendes a tus hermanos.
Los amas antes de conocerlos.
Y, cuando los conoces,
los quieres aún más.
Tu fe se fortalece,
y no se puede comparar,
porque esto te hace
feliz de verdad.
No hay nada igual.
Muchas gracias
por contarnos tu historia,
cómo Jehová te ha usado.
Y gracias por los sacrificios
que has hecho.
Sheko, Mark, Melissa,
ha sido muy animador
ver cómo Jehová los ha moldeado
a lo largo del tiempo.
Gracias por contar
sus experiencias.
Nuestro siguiente invitado viene
de la República Dominicana.
Recibamos al hermano Tito Abreu.
Hola, Tito, bienvenido.
Gracias.
¿Qué nos cuentas de ti?
¿Creciste como Testigo?
Bueno, mi mamá es Testigo,
pero mi papá no.
Aunque él me apoya bastante,
porque ha visto cómo la verdad
nos ha cambiado la vida.
Y, como mi mamá
amaba mucho a Jehová
y le encantaba predicar,
ella nos inculcó eso.
Y por eso para mí
fue fácil ponerme la meta
de ser precursor.
Más tarde, en el 2010,
fui a la Escuela
de Entrenamiento Ministerial.
¿Así que fuiste a esa escuela?
Sí.
Y, al terminar,
¿adónde te enviaron?
Me enviaron como precursor especial
al centro de la isla,
un lugar muy bonito, precioso.
Mira, traje esta foto.
Ah, ¡guau!
Ahí estoy con un hermano
que se llama José.
Estamos en medio de la selva.
Ahora José es precursor especial,
pero en aquel momento
era un publicador no bautizado.
Como puedes ver,
al fondo hay una casita.
Estábamos en esa zona
buscando a personas sordas.
Pero, en aquella casa,
los padres hablaban
criollo haitiano.
Algunos de los hijos
hablaban español,
pero uno de los pequeños no hablaba;
había que comunicarse con él
en lengua de señas.
Así que, para predicar allí,
teníamos que hablar
en tres idiomas diferentes.
¿Y sabes lengua de señas?
Sí.
Mi hermana es sorda,
así que toda la familia
aprendimos lengua de señas.
Y estoy pensando…,
cuando llegaste a ese lugar,
¿cómo hacían?
¿Iban de casa en casa
buscando personas sordas?
Bueno, con la ayuda
de los hermanos de allí
empezamos a buscar.
Primero fuimos
a tres lugares específicos:
a la estación de la policía,
a la base militar
y a la oficina de la alcaldesa.
Empezaron por arriba.
Sí.
¿Y cómo les fue?
Nos fue muy bien
porque, en aquella zona,
los testigos de Jehová
ya tenían una buena reputación
por la buena conducta
de los hermanos.
Pero también fue muy positivo
que vieran que los Testigos
queremos ayudar
a la comunidad sorda.
La visita fue todo un éxito
porque recibí tres contactos
en ese mismo momento,
y es que tres personas sordas
trabajaban para la alcaldesa.
Y empecé a darles
clases de la Biblia.
Así que la alcaldesa te dio
tus primeros estudiantes.
—Sí.
—¡Guau!
¿Y progresaron?
Sí, sobre todo una pareja.
Ellos no estaban casados,
pero aprendieron la verdad,
querían hacer las cosas bien,
obedecer a Jehová,
así que se casaron.
Ellos se hicieron
buenos amigos de Jehová
y hasta empezaron a ayudar
a los sordos de la zona
a aprender de Dios.
¡Qué bonita experiencia!
Está claro que el campo
de lengua de señas
está despegando.
Sabemos que en español,
en la República Dominicana,
la gente responde muy bien;
pero en otros idiomas también,
—¿verdad?
—Sí.
Y hay un video, veámoslo;
es sobre uno de esos idiomas.
En la isla de La Española
se encuentran dos países,
la República Dominicana y Haití.
En los dos,
hay siervos de Jehová
con una fe fuerte.
En la República Dominicana
la predicación sigue creciendo
en idiomas como el criollo haitiano.
Muchos haitianos
vienen al país buscando
cierta estabilidad
porque huyen
de muchas dificultades
que hay en su país.
Aunque creen en Dios,
pero entonces
ellos mismos nos dicen
“No hay un Dios
para los haitianos”,
y eso nos hace mal.
Y es ahí cuando entramos nosotros.
Podemos percibir esto,
podemos hablar con ellos,
escucharlos.
Y luego, cuando hacemos la revisita,
que les damos esa esperanza
que ellos necesitan,
les ayudamos a creer en Dios.
Y podemos mostrar en la Biblia
que realmente sí hay un Dios
que se preocupa por ellos.
Cuando llegábamos
a la casa de las personas,
siempre nos recibían
con una sonrisa.
Siempre nos invitaban a pasar.
Y podíamos predicar
de dos hasta tres horas,
pero abarcábamos
muy poco territorio,
porque hablábamos mucho
en cada casa que íbamos.
Es superfácil;
de hecho, ellos nos dan
el tema de que hablar.
Es superfácil comenzar
conversaciones naturales
con una simple pregunta,
“¿Cómo te sientes?”,
“¿Cómo está tu familia?”.
Ya eso abre las puertas
a una bonita conversación
y poder usar la Biblia.
Cuando las personas
van aprendiendo
lo que la Biblia enseña,
pues van haciendo
cambios poco a poco.
Y eso llena a uno de una alegría
y una satisfacción
que es difícil…
Una vez predicando
de casa en casa
encontramos una señora.
Ella estaba sufriendo
porque había perdido
su único bebé.
Cuando descubrió
que Jehová Dios
no es el causante
del sufrimiento que ella tenía,
le impresionó mucho
aprender eso.
Y un poco después mencionó
que la única manera
que puede pagarle a Jehová
por haberle sacado
de la oscuridad espiritual
es servirle.
Ahora es nuestra querida hermana
y la queremos mucho.
Y es bonito ver cómo ella
sonríe más ahora
y su vida tiene sentido.
Uno se llena de alegría
cuando ve a alguien
salir del agua cuando se bautiza
y saber que Jehová lo ayudó.
Ayudarlos a ellos
a cambiar su vida
es un sentimiento
de los mejores de la vida.
A pesar de que éramos
unos 30 publicadores,
la asistencia promedio
era de unas 80 personas.
Y en la Conmemoración era normal
tener más de 300 cada año,
o sea, 10 veces
la cantidad de publicadores.
Cada vez que yo salgo a predicar
me doy cuenta de por qué Jehová
es tan paciente.
Hay mucho trabajo que hacer.
La historia se repite
por todo el país:
la gente quiere escuchar
las buenas noticias.
Como dijo Jesús
en Juan, capítulo 4,
la cosecha espiritual
es grande y urgente,
pero los trabajadores están felices.
Todos nos alegramos juntos
porque participamos
en esta obra mundial.
Es increíble ver
cómo Jehová está ayudando
a la gente a acercarse a él
por medio de la predicación
allí en tu país.
Ahora cuéntanos de Betel.
¿Qué haces en la sucursal?
Estoy en el Departamento
de Atención a la Salud,
que se ocupa de ayudar
a siervos especiales
de tiempo completo,
como misioneros,
precursores especiales
y superintendentes de circuito
en el territorio
de la República Dominicana.
Pero, como hay una situación
tan difícil en Haití,
también estamos ayudando
a los hermanos de ese país.
¡De la sucursal de Haití!
Y estos siervos especiales
de tiempo completo
que van de Haití
a la República Dominicana
por salud,
¿qué cualidades
has visto en ellos?
Sabemos que su trabajo no es fácil,
así que intentamos ayudarlos
a que se relajen,
a que disfruten un poco.
Y, por supuesto, les damos
la atención médica que necesitan.
Pero es impresionante
ver su buena actitud.
Por ejemplo, recuerdo a una pareja
que, lamentablemente,
recibió un diagnóstico muy duro
y tuvimos que traducírselo.
Y, cuando entendieron el problema
y lo que implicaba el tratamiento,
su primera pregunta fue:
“¿Se puede hacer rápido?”.
Y hasta el doctor se sorprendió
y preguntó “¿Por qué?”.
Lo que ellos respondieron fue increíble.
Dijeron:
“Es que nuestros amigos,
nuestros hermanos de Haití
nos necesitan,
y queremos ayudarlos.
Así que, cuanto más rápido se haga,
más pronto volveremos
para predicar con ellos”.
Eso fue impresionante porque,
incluso en una situación difícil,
ellos estaban pensando
en sus hermanos.
Esto es un excelente ejemplo
de amor genuino.
Gracias por contárnoslo.
Por tu trabajo en Betel
estás muy relacionado con Haití,
pero no solo por eso.
¿No es cierto que estos meses en Galaad
has tenido
a un compañero de cuarto haitiano?
Sí, así es.
¿Le decimos que venga?
¡Claro!
Muy bien,
démosle la bienvenida
al hermano Francklin Aimé,
de la sucursal de Haití.
Francklin, ¡qué alegría que estés
aquí en De primera mano!
Gracias.
Cuéntanos, por favor,
¿cómo conociste la verdad?
Claro, yo conocí la verdad
cuando era pequeño
gracias a mi mamá.
Somos cinco hermanos,
y yo soy el menor.
Mi mamá nos crio sola.
Ver su esfuerzo y su fe
fue algo que me impresionó muchísimo.
A veces ella sencillamente no sabía
qué nos iba a dar de comer
al día siguiente,
pero siempre confiaba en Jehová.
Yo veía que le oraba mucho
y que dejaba
todas las cosas
en sus manos.
Y, claro, Jehová
nunca nos abandonó.
El ejemplo de mi mamá
me motivó a ver a Jehová
como una persona real,
a tener mi propia fe en él.
Sin duda el ejemplo de tu madre
fue una buena enseñanza.
¿Tuviste otro tipo de educación?
Asistí a la Escuela
de Entrenamiento Ministerial
en el 2010.
Tito,
¿tú no fuiste ese mismo año a la escuela?
Pues sí, fuimos a la misma vez,
pero en distintas partes de la isla.
¿Y sabes que en su día
nos bautizamos
el mismo fin de semana?
¿El mismo fin de semana?
Sí, en el 97.
Vaya,
es como si llevaran
vidas paralelas
a cada lado de la isla.
Sí.
Pero recuerdo que en enero de 2010
hubo un terremoto devastador.
Perdieron la vida
muchas personas,
y además causó mucha destrucción,
¿verdad?
¿Cómo les afectó
durante la escuela?
El terremoto cambió
el horario de las clases.
Por las mañanas
asistíamos a clase como siempre,
pero las tardes
las dedicábamos enteras
a las labores de socorro.
Aquí tengo una foto;
déjame mostrártela.
Ah, ya veo.
¿Y qué están haciendo?
Aquí vemos a mis compañeros.
Están descargando por la tarde
un camión con suministros
para entregárselos a los hermanos
que tienen más necesidad.
Interesante.
Entonces, por las mañanas
aprendían sobre el ejemplo de Jesús
y por las tardes
lo ponían en práctica.
Así es.
Muy bien.
Y, después de la escuela,
¿adónde fuiste?
Me enviaron como precursor especial
a un pueblo pequeño.
Pude ver cómo Jehová
bendecía la obra allí,
y además lo disfruté muchísimo.
Tuve la oportunidad
de ayudar a algunas personas
a conocer a Jehová y a servirle.
Sin duda los haitianos
desean conocer a Dios
y responden bien al mensaje.
¿Pero cómo han afectado
los disturbios violentos
a la obra de predicar?
Los disturbios
no han apagado el entusiasmo
que los hermanos tienen
por la predicación.
Es verdad
que el número total de publicadores
ha disminuido en los últimos años
porque algunos hermanos
han huido del país.
Pero, aun así,
la actividad en la predicación
ha aumentado.
Por ejemplo, recuerdo
que en el año de servicio 2024,
el número de cursos de la Biblia
aumentó un 18 %,
comparándolo con el 2021,
cuando los disturbios
alcanzaron el máximo nivel.
Tuvimos una cantidad
de precursores auxiliares
cuatro veces mayor
que el último registro.
Y el número de bautizados se duplicó.
Esto nos muestra
que Jehová ha bendecido
el trabajo de los hermanos
a pesar de las dificultades.
¡Qué impresionante!
Pero antes dijiste
que los disturbios violentos
han aumentado
en los últimos años.
La situación debe ser muy difícil.
¿Cómo ha afectado esto
a los hermanos?
Muchos de nuestros hermanos
han tenido que huir
en varias ocasiones;
algunos con la mochila de emergencia,
y otros solo con lo puesto.
Huían a otra zona,
pero un par de semanas
o meses después
tenían que escapar de nuevo.
Está claro que sus circunstancias
no son nada fáciles.
Pero algo que a mí me impresiona
es ver su paz mental
y que no están tristes.
Por ejemplo,
a principios de este año,
300 hermanos y hermanas
que vivían en un pueblo
cerca de la ciudad principal
tuvieron que huir a otra ciudad.
Y esa misma semana
la sucursal envió a dos miembros
del Comité de Sucursal
para que visitaran a los hermanos
y los animaran.
Así que organizaron una reunión.
Aquí tengo una foto
de esa reunión.
Dinos, ¿qué vemos aquí?
Aquí estamos viendo a los hermanos
en esa reunión especial
que se organizó.
Como podemos ver,
ellos estaban bien vestidos
a pesar de que tuvieron
que huir de sus hogares.
A los hermanos
del Comité de Sucursal
también les sorprendió
que el salón estuviera repleto.
Todos los hermanos
que estaban allí
habían pasado por muchísimo,
pero estaban felices
porque podían adorar a Jehová.
¡Qué buen ejemplo!
Es impresionante
que estos hermanos que tuvieron
que huir por sus vidas
estuvieran presentes
en el Salón del Reino
en una reunión.
Es obvio que Jehová
les dio las fuerzas para lograrlo.
También es muy bonito ver
cómo Jehová
usa a la organización
y a los hermanos que nos dirigen.
De hecho, en este video,
un superintendente de circuito
que sirve en Haití
nos cuenta un poco más
sobre la situación en el país.
En la zona occidental
de la isla de La Española
se encuentra Haití.
En este país,
el pueblo de Jehová afronta
situaciones difíciles,
aun así, los hermanos
son valientes y humildes,
confían en Jehová.
Su ejemplo de fe es inspirador.
Nos estábamos preparando
para asistir,
por primera vez
de forma presencial,
a la asamblea de circuito
después de la pandemia
del COVID-19.
Algunos hermanos
vivían en zonas
donde había disturbios violentos.
Así que era difícil para ellos
dejar sus casas
para ir a la asamblea.
Tenían que ser muy valientes.
Pero, cuando llegamos
al Salón de Asambleas,
vimos
que muchos de los hermanos estaban allí.
Y estaban todos muy contentos.
No paraban de abrazarse.
Las hermanas se abrazaban,
contaban experiencias animadoras...
Hacía tiempo
que no estaban juntos, en persona.
Fue un maravilloso
banquete espiritual.
Lo que se dijo
en aquella asamblea
fue muy animador,
nos dio las fuerzas
que necesitábamos
para enfrentarnos
a las dificultades
que estaban por venir.
Por culpa de los disturbios,
aquella ocasión
fue la última vez
que asistimos en persona
al Salón de Asambleas
durante los siguientes dos años.
Me alegra mucho
ver que los hermanos
se mantienen leales a Jehová.
Los ancianos son humildes
y siguen rápidamente las instrucciones
que reciben de la organización.
Cuando llega una instrucción,
se esfuerzan
por obedecerla de inmediato,
sobre todo cuando se trata
de la seguridad
de nuestros hermanos
afectados por la violencia.
Vemos que los hermanos
siguen demostrándose
mucho amor.
La verdad es que nunca han perdido
el amor que se tienen.
Se apoyan unos a otros.
También hemos visto que,
aunque viven
una situación difícil,
su amistad con Jehová
se ha hecho más fuerte.
Confían todavía más en Jehová.
Están más dispuestos
a seguir las instrucciones
de la organización.
Estos hermanos son un ejemplo
de aguante extraordinario.
Mi esposa y yo
hemos aprendido
una gran lección
de todo esto.
Sabemos
que lo mejor que podemos hacer
es dejar que Jehová
guíe nuestros pasos.
Pase lo que pase,
Jehová nunca nos dejará,
nunca nos va a abandonar.
Por eso estamos convencidos
de que, sin importar lo difícil
que sea la situación,
siempre podemos
confiar en Jehová.
Una isla,
dos ejemplos preciosos de lealtad.
Lo que han vivido
los hermanos en La Española
nos recuerda que Jehová
está con su pueblo.
Gracias a eso nos irá bien
y podremos aguantar
las dificultades que afrontemos.
Los hermanos de Haití
no solo están soportando
todas las cosas
que les ha tocado sufrir.
Como dice Colosenses 1:11,
aguantan todo con felicidad.
Sin duda, Jehová
los está bendiciendo.
Les está dando fuerzas
por medio de su espíritu santo.
Muchas gracias a los dos
por su ejemplo
de fidelidad y aguante
y por el amor que les muestran
a los hermanos
de la República Dominicana y Haití.
Durante estas entrevistas
no solo hemos aprendido
sobre cinco personas,
hemos aprendido
sobre Jehová.
Hemos visto cómo Jehová usa su poder
para ayudar a sus siervos
a superar pruebas
muy difíciles para ellos.
También vimos que Jehová
atrae a las personas
por medio de la predicación.
Y que es un Alfarero cariñoso,
paciente y misericordioso
que nos moldea
individualmente a cada uno
para que podamos
cumplir su propósito.
Es verdad que somos imperfectos,
como el barro,
y que tenemos nuestras limitaciones.
Pero, si permitimos
que él nos moldee,
podemos llegar a ser
lo que haga falta
para cumplir su propósito.
La pregunta es:
¿qué hará Jehová
que llegues a ser tú?
Nos veremos
en la siguiente edición
de De primera mano.
Muchas gracias, Joel
y estudiantes de Galaad,
por estas bonitas entrevistas.
Nos encantaron.
Seguimos adelante
con nuestro programa.
Ahora vamos a escuchar
el discurso principal
del día de hoy.
Lo presentará el hermano Jody Jedele,
miembro del Cuerpo Gobernante.
Y el título tiene tres palabras,
“¿Mantendrán su aprobación?”.
Hermano Jedele.
Queridos estudiantes,
que están a punto de graduarse,
seguro que están
inmensamente agradecidos
por todo lo que han recibido
en esta Escuela de Galaad.
Sin duda, no tienen palabras
para explicar
lo mucho que han disfrutado
estudiando la Biblia.
Y han llegado a conocer a Jehová
mucho mejor que antes
y lo quieren todavía más.
Nos encantó escucharlos decir
cuánto les gustó la escuela.
Fue algo precioso.
Ustedes han contado con el apoyo
del Departamento de Escuelas Teocráticas
y de diferentes instructores.
También han disfrutado
de los servicios
que se proveen en Betel.
Y, por supuesto, muchos
hermanos y hermanas
los ayudaron con profundo cariño
y de mil maneras.
¿Por qué los apoyaron tanto?
¿Cuál es la razón?
Pues porque los quieren
y desean que ustedes
aprovechen al máximo esta escuela.
Definitivamente
se les ha dado mucho,
muchísimo.
¿Y para qué?
Para que puedan fortalecer
y estabilizar a los demás.
A Satanás no le gusta que haya
más de nueve millones de Testigos.
No le gusta para nada que estemos
disfrutando de un paraíso espiritual
y que cada semana
seamos miles de siervos más.
Pero nosotros queremos
que el número siga creciendo.
Así que durante su paso
por esta escuela
ustedes fueron fortalecidos
y estabilizados.
Ahora ustedes pueden hacer
lo mismo por los demás.
Lo que aprendieron,
su relación con Jehová,
los va a ayudar muchísimo a fortalecer
y estabilizar a los hermanos.
¿Y eso cómo se hace?
Pues hay que hacer lo que todos
los siervos de Jehová hacemos.
Nos esforzamos por imitar
a nuestro Padre celestial
en todo aquello que hacemos,
en cada cosa.
Y no es nada que no hicieran
antes de venir a Galaad.
Pero ahora esperamos
que lo hagan a un mayor grado,
y sabemos que lo harán.
¿Cuál es el secreto para lograrlo?
Eso lo veremos ahora
y analizaremos algunas situaciones
en las que podemos fortalecer
y estabilizar a otros.
Para empezar vayamos
a Proverbios 13:15,
y nos vamos a centrar
en lo que dice la nota.
Leámoslo:
“Con la aguda perspicacia
[perspicacia] viene la aprobación”.
Bueno, ¿y qué significan esas palabras?
Vayamos poco a poco para entenderlas.
Como es natural, a todos nos gusta
tener la aprobación de los demás,
pero sobre todo queremos
tener la aprobación de Jehová,
contar con su favor, su cariño,
que nos bendiga en lo que hacemos.
Y él está deseando darnos su favor.
Constantemente
está buscando oportunidades
de bendecir a sus estudiantes,
ay, perdón, a sus siervos.
Y eso es algo que todos ustedes
han visto antes de venir a Galaad.
Sabemos que todos ustedes
son personas espirituales,
que disfrutan
de la aprobación de Jehová.
Pero ahora que se gradúan de Galaad
es muy importante que sigan
siendo perspicaces
para que así continúen
ganándose su aprobación.
¿A qué se refiere la Biblia
cuando habla de perspicacia?
Una obra comenta que la expresión
utilizada en el idioma original
para “aguda perspicacia”
se refiere a la capacidad
de actuar con prudencia,
buen juicio y expresar
opiniones sabias.
Otra obra explica
que es la capacidad
de “ver más allá de lo obvio”,
de “llegar al fondo de un asunto”.
Consiste en comprender bien
la razón de las cosas,
el porqué.
“Es la clase de conocimiento
que le permite a uno obrar
con sabiduría y tener éxito”.
Y todo esto tiene mucho sentido.
Cada uno de nosotros sabe
que tiene que actuar con buen juicio,
ver más allá de lo obvio…
Así que la idea de ser perspicaces
no parece nada del otro mundo.
Si es tan fácil,
¿por qué el consejo de Proverbios?
Porque en la vida real
ser perspicaces no siempre es fácil.
Y es que no hay dos personas iguales;
cada quien tiene su cultura,
sus opiniones, sus antecedentes,
distintas responsabilidades
en la organización…
Y tampoco olvidemos la imperfección.
Además, puede que nos toque trabajar
en ocasiones con departamentos
que no tienen las mismas
prioridades que nosotros.
Y todo se complica si ustedes
o las otras personas quizás
no han pasado buena noche.
¿El resultado?
Es todo un reto ser perspicaces.
Pensemos en el ejemplo de Moisés.
Todos sabemos que era
un fiel siervo de Dios.
En líneas generales, contaba
con la aprobación de Jehová.
Pero ¿aprobó Jehová
su manera de actuar
cuando los israelitas necesitaron
agua en Meribá, cerca de Cadés?
No era una situación fácil,
estaba bajo presión.
Y, cuando golpeó el peñasco, salió agua.
Pero en esa ocasión Moisés
no mostró perspicacia.
No le dio gloria a Jehová.
No trató al pueblo correctamente.
No los fortaleció
ni estabilizó.
Este relato también nos enseña
que, aunque en términos generales
contemos con la aprobación
de Jehová en nuestras vidas,
puede que, en ocasiones,
al tratar ciertos asuntos
no la tengamos.
Moisés no perdió sus responsabilidades;
siguió siendo el líder de la nación.
Pero fue disciplinado y perdió
una responsabilidad futura
porque no fue perspicaz aquel día.
Tenemos que ser perspicaces,
especialmente cuando es difícil.
Veamos lo primero que nos va
a ayudar a ser perspicaces
buscando en el libro de los Salmos.
Salmo 32,
y leemos el versículo 8,
Salmo 32:8.
Ahí Jehová dice lo siguiente:
“Te haré perspicaz y te enseñaré
el camino por el que debes ir.
Te aconsejaré
con mis ojos puestos en ti”.
Así que lo primero
es reconocer que Jehová
es la fuente de la perspicacia;
nos enseña a desarrollarla.
Lo hace mediante
su Palabra, la Biblia;
el espíritu santo; la organización,
y también usa a los hermanos.
Si aprovechamos todas esas ayudas
para que nuestra manera de pensar,
de ver los asuntos,
se parezca a la de Jehová,
entonces lograremos
manejar bien las cosas.
Estaremos imitando sus cualidades,
su manera de actuar.
Y ya lo están haciendo.
Ya han visto que cuentan
con la aprobación de Jehová.
Pues sigan ganándosela;
sigan siendo perspicaces.
Y así lograrán ser
una fuerza estabilizadora.
Ahora analizaremos algunas situaciones
y veremos qué cualidades
nos ayudarán a mostrar esa perspicacia
y seguir ganándonos el favor de Dios.
Todos queremos fortalecer
a los hermanos de las congregaciones,
¿cierto?
Queremos estabilizarlos.
La primera situación
va para los ancianos.
Digamos que notan que una hermana
no está yendo siempre a las reuniones
y, claro, la quieren ayudar.
Así que le hacen una visita
de pastoreo con otro hermano.
Cuando hablan con ella,
le dicen cuánto la extrañan
todos los hermanos,
pasan a mostrarle textos sobre
la importancia de ir a las reuniones
y luego oran.
Pues fue muy bueno
que hicieron la visita.
Tenían excelentes ideas
y sus intenciones eran las mejores.
¿Pero qué pasó?
¿Creen ustedes
que mostraron perspicacia?
Parece que sí.
Pero en el fondo no es así.
¿Por qué digo esto?
No se tomaron el tiempo para descubrir
que su esposo, que se oponía,
no la dejaba usar el auto
para ir a las reuniones.
Solo necesitaba que alguien la llevara.
Pero vivía a 20 minutos
del Salón del Reino
y no quería ser una carga,
así que no le pedía el favor a nadie.
Repasemos lo que significa la perspicacia.
Antes vimos que implica
comprender bien la razón de las cosas
y solo entonces actuar.
Ella no necesitaba consejo
sobre ir a las reuniones,
necesitaba que le dieran ánimo
para no verse como una carga.
Necesitaba que le dijeran:
“Está bien que pidas ayuda.
Los hermanos estarían
encantados de llevarte”.
Tal vez nos fuimos de la casa pensando
“¡Qué buenos consejos
le dimos con la Biblia!”.
¿Y qué pasa con la hermana?
Que sigue igual,
sin poder ir al salón.
Y encima ahora está desanimada.
¿Logramos estabilizarla?
Nos faltó perspicacia.
¿Qué deberíamos haber hecho entonces?
Averiguar la verdadera
razón del problema.
Mostrar interés personal
y seguramente escuchar un poquito más.
Queremos dedicar tiempo
a escuchar a la persona
para así poder saber bien
lo que está pasando.
Y entonces podremos
mostrar perspicacia.
¿Y qué hay de las hermanas?
¿Estabilizar y mostrar perspicacia
es solo cosa de varones?
Pues no. Las hermanas
tienen un papel muy importante
en fortalecer y estabilizar
las congregaciones.
Y es que más de la mitad
de los publicadores
suelen ser mujeres.
Son un grupo muy grande
al que estabilizar.
Y ustedes, hermanas,
a veces pueden hacer mucho más
que los hermanos.
Ahora vayamos al libro de Tito.
Tito, capítulo 2.
Empecemos con el versículo 3,
la parte a:
“Igualmente,
que las mujeres de más edad
se comporten con reverencia”.
Paremos ahí. Todas ustedes
se comportan con reverencia,
es decir, son maduras,
respetan a Jehová y a su organización.
Ojo, no estoy queriendo decir que
ustedes sean hermanas “de más edad”.
¡Hay que andar con mucho cuidado
al hablar de este tema!
Pero, cuando vayan a los lugares
en los que estarán sirviendo,
tal vez vean que hay hermanas
que son más “jóvenes” que ustedes.
¿Cómo pueden ayudarlas?
Versículo 4:
“A fin de que aconsejen
a las mujeres más jóvenes”.
¿Captaron el punto?
Ustedes son mujeres espirituales.
Pueden ayudar a aquellas
que son más jóvenes,
fortalecerlas, estabilizarlas.
Pensemos en esta situación.
Resulta que había una hermana joven
que vivía en la casa de sus padres,
que no eran Testigos.
Ella era una excelente hermana.
La cosa es que de vez en cuando
tenía un problemita
con su manera de vestir.
No es que fuera nada extremo,
pero digamos que tenía margen de mejora.
Bueno, recordemos:
la perspicacia implica ser capaz
de “ver más allá de lo obvio”.
Algunas hermanas,
al interesarse en ella,
descubrieron que no tenía mucho dinero.
Y sus padres, al no ser Testigos,
no iban a comprarle un montón
de ropa para que fuera a predicar
y a las reuniones.
¿Qué necesitaba esta joven? ¿Consejo?
Lo que algunas hermanas hicieron
fue juntar un dinerito
y llevarla de compras.
Ojo, no estoy diciendo que ir de compras
es una muestra de perspicacia.
Aunque la verdad
es que en este caso sí que lo fue.
Pero fijémonos
en que en estos dos ejemplos
lo primero que se nos viene
a la mente es dar consejo,
sobre ir a las reuniones
o sobre la vestimenta.
Ahora bien,
al comprender bien el asunto,
al llegar al fondo,
pudimos mostrar perspicacia y ayudar
de verdad, manejar bien la situación.
Y por si se lo preguntan:
la primera hermana
encontró quien la llevara
y asistió durante décadas.
Tiempo después incluso el esposo
dejó de oponerse
y se interesó en la verdad.
Y, en el caso de la joven,
su familia se hizo Testigo.
¿Con qué nos quedamos?
Si somos perspicaces,
mostramos interés personal
y dedicamos tiempo
a animar a los hermanos,
Jehová nos dará su favor.
Veamos otra situación
en la que puede ser todo un reto
ser perspicaces.
Tiene que ver
con cómo vemos nuestro trabajo.
A veces nos podemos
centrar tanto en nuestro trabajo
que perdemos de vista
cómo lo que hacemos afecta a otros.
Todos nosotros nos esforzamos
por cumplir nuestra labor,
tanto individualmente
como a nivel de departamento.
Es para Jehová,
nos lo tomamos en serio,
y eso está bien.
¿Pero qué tal si de vez en cuando
damos un paso atrás
y tratamos de ver el cuadro completo?
Así vemos cómo encaja
nuestro trabajo en la obra de Jehová.
¿Y cómo nos ayuda
en este caso la perspicacia?
Para ser perspicaces
tenemos que reflexionar
en todos los factores envueltos.
Eso es lo que va a permitir
que tomemos buenas decisiones
y que actuemos bien.
Claro, quizás suena algo complicado
esto de reflexionar
en todos los detalles.
Pero, recordemos,
la Biblia dice:
“A quien se le dio mucho
se le exigirá mucho”.
Para tener éxito en nuestro trabajo
no basta con cumplir con la tarea
que nos han asignado,
aunque por supuesto eso es algo
que se espera que hagamos.
Pero hay algo más:
tener éxito también implica
ayudar a la otra persona,
al otro departamento,
a hacer su trabajo.
Si lo hacemos, fortaleceremos
y estabilizaremos a otros.
Por eso, cuando reflexionamos
en los detalles,
en todo lo que está envuelto,
mostramos perspicacia
y trabajamos hombro a hombro
con los hermanos, el trabajo sale bien.
¿Qué nos ayudará
a mostrar perspicacia
y a trabajar con nuestros hermanos?
Los invito a ir
a la Carta a los Filipenses,
capítulo 2.
Leeremos los versículos 3 y 4.
Filipenses 2:3, 4:
“No hagan nada motivados
por un espíritu conflictivo
o egocéntrico,
sino que humildemente
piensen que los demás
son superiores a ustedes”.
Y ahora añade:
“Mientras buscan
no solo sus propios intereses,
sino también los de los demás”.
Los intereses de los que se está
hablando en este versículo
son espirituales.
¿Y qué nos puede ayudar a buscar
esos intereses de los demás?
Una cualidad: la humildad.
Si somos humildes, nos interesaremos
en el trabajo de los demás.
Jehová quiere que veamos su trabajo
o el de su departamento
superior al nuestro,
más importante que el nuestro.
¡Qué bueno que ellos
harán lo mismo!
Pensemos ahora en lo siguiente:
si nosotros hacemos nuestro trabajo
pero a costa de otros,
de otro departamento,
¿creen que aprobará Jehová
nuestra manera de actuar?
Toda la obra es de Jehová.
Si entorpecemos el trabajo de otros,
¿a quién estamos entorpeciendo?
En realidad, a Jehová.
Recuerden a Moisés en Meribá.
Consiguió su objetivo.
Pero Jehová no aprobó
su manera de actuar.
¿Cuál es la lección?
A veces pensamos que nuestro trabajo
es más importante,
más complicado, más urgente,
y que el trabajo de otras personas
es más sencillo
y simplemente deberían hacer
lo que les pedimos.
Pero mostrar humildad es el secreto
para trabajar hombro a hombro con otros.
Juntos sacaremos el trabajo.
Recordemos que ser perspicaces
también incluye tener buen juicio,
sentido común.
Se dice que el sentido común
es el menos común de los sentidos.
Pero nos esforzamos
por tenerlo, ¿verdad?
Y el sentido común nos dice
que, si hay buena comunicación,
habrá menos malentendidos.
Supongamos que hay un incendio
y necesitamos un extintor.
Se lo pedimos a otra persona,
pero si no le explicamos
para qué lo necesitamos
a lo mejor supone que es solo
para cambiar uno viejo.
Si lo necesitamos rápido,
le decimos que es para un incendio.
¿Verdad que es de sentido común?
Los detalles importan.
La buena comunicación
es una muestra de perspicacia.
La clave del éxito es ser humildes
y considerar a los demás
y su trabajo superiores.
Si a esta idea le sumamos
la que estuvimos viendo
hace unos minutos,
o sea, sacar tiempo
y mostrar interés,
tenemos la fórmula perfecta
para que haya un buen trabajo en equipo.
En lugar de tomar decisiones
por nuestra cuenta
y luego simplemente esperar
que los demás se adapten,
los incluimos a la hora de tomarlas.
Y así es que se consigue la unidad.
Y la unidad
es una fuerza estabilizadora.
Jehová aprueba
a quienes trabajan juntos.
Como dice Salmo 133:1:
“Qué bueno es y qué gusto da
que […] vivan juntos en unidad”.
Hay un campo más
en el que la estabilidad es importante:
y es cuando vienen los cambios.
Quizás cambiemos de hogar,
de responsabilidad.
Tal vez haya cambios
en el departamento,
en la forma de trabajar,
en las herramientas y en la tecnología.
Y los cambios nos pueden
poner nerviosos y asustarnos.
Y es normal.
Todos ustedes están pasando
por algunos cambios.
Pero ¿cómo pueden ustedes
ser una fuerza estabilizadora
en épocas de cambio?
Pues empecemos viendo
qué pueden hacer los varones.
Es posible que de vez en cuando
tengan que tomar decisiones
que les provoquen
ciertos cambios a otros.
Se trata de una responsabilidad
importantísima.
Si quieren que Jehová
apruebe esas decisiones,
no las tomen a la ligera.
Si son perspicaces,
estabilizarán a los hermanos
cuando se hagan esos cambios.
Veamos por qué.
Vayamos juntos a Isaías, el capítulo 60.
Capítulo 60… leeremos el versículo 17:
“Traeré oro en vez de cobre
y plata en vez de hierro,
cobre en vez de madera
y hierro en vez de piedras”.
Y noten lo que dice:
“Nombraré a la paz
como tus supervisores
y a la justicia como tus encargados”.
Este es un versículo conocido.
Jehová aquí está diciendo
que él va a traer cambios.
Y eso es lo que vemos hoy en día.
Prácticamente cada semana
hay un cambio.
Jehová es quien está
haciendo estos cambios.
Y está muy bien, porque el cobre
es fantástico, pero el oro es mejor.
Y nos encanta ver a Jehová
manos a la obra.
Aun así, esas son las cosas
que pueden causarnos ansiedad.
Y está bien; saldremos adelante.
Pensemos en posibles cambios
que podrían ocurrir.
Digamos que llega una rotativa
que produce más publicaciones
con menos personas.
Lógicamente, habrá que reasignar
a algunos hermanos.
¿Cómo implementaremos los cambios?
Recordemos lo que dice el versículo:
Jehová nombrará a la paz
y la justicia como supervisores
y encargados.
Así es que, hermanos,
ya ven que la justicia es clave
para ayudar a los hermanos
con esos cambios.
¿Cómo pueden ustedes imitar
la justicia de Jehová
y la manera en la que él trata
a sus siervos?
Vayamos juntos a Hebreos 6:10:
“Porque Dios no es injusto
y no se olvida de las obras de ustedes
ni del amor que demostraron
por su nombre
al haber servido a los santos
y al continuar sirviéndoles”.
Aquí hay algo interesante.
Para Jehová sería completamente
injusto olvidar el trabajo de alguien.
Y dirán: “¿No vamos a cambiar
el trabajo que estaba haciendo?”.
Pues sí, pero, al hacer cambios,
nunca hay que olvidar a las personas.
Cuando lleguen ajustes,
o, dicho de otra manera,
cuando llegue el momento
de cambiar el cobre por el oro,
no olvidamos a los hermanos
ni todo el duro trabajo que han hecho.
Actuamos con compasión
a la hora de hacer esos cambios.
No podemos enfocarnos
solamente en el trabajo,
como si las personas
no fueran importantes.
Para estabilizar a los hermanos,
hay que conocerlos.
Es bueno que cada superintendente
se pregunte:
“¿Salgo de la oficina para hablar
con los hermanos y las hermanas?
¿Me intereso, por ejemplo,
por sus familias,
por sus dificultades, sus opiniones,
sus sugerencias?”.
Notarán que algunos
están entusiasmados
con ciertos cambios
y otros no tanto.
¿Saben en cuál de los dos grupos
está el hermano
y cómo ayudarlo a adaptarse?
Ahora, esto no significa
que no hagamos el cambio.
Jehová dice que hay que hacer
cambios y mejoras.
Pero, como Jehová nunca olvida
las obras de sus siervos
y el amor que mostraron,
nosotros lo imitamos
y tampoco olvidamos
su amor y sus obras.
Los ayudamos a adaptarse a los cambios.
De esa manera tendremos
la aprobación de Jehová.
Y, ustedes hermanas, también pueden
dar una mano con los cambios,
incluso si estos las afectan
personalmente.
Si tienen una actitud positiva
y los apoyan,
estabilizarán a quienes las rodean.
Y, si se enteran de cierto cambio
y entienden lo que se está
intentando conseguir,
den sugerencias sobre
cómo se puede llevar a cabo
y cooperar para que todo vaya bien.
Estos son solo algunos campos
en los que la perspicacia
nos puede ayudar a tener
la aprobación de Jehová
y, como resultado,
ser una fuerza estabilizadora.
Muestren interés personal
y dediquen tiempo a escuchar.
Consideren que el trabajo de los demás
es más importante que el de ustedes.
Así crearán un ambiente de cooperación
y trabajarán juntos en unidad.
Y recuerden siempre apoyar
a los demás en momentos de cambios.
La perspicacia es clave
para que nos vaya bien
sirviendo a Jehová.
Y donde sea que cada uno
de ustedes vaya a servirle
queremos que les vaya bien.
Jehová está haciendo
cosas maravillosas
en estos últimos días,
y todos tenemos el privilegio
de estar sirviendo a nuestro gran Dios
en este hermoso paraíso espiritual.
Queremos que todos los hermanos
permanezcan en este paraíso,
y nuestro deseo
es que muchas personas más
se unan.
Queridos estudiantes
de la clase 158 de Galaad,
se les ha dado mucha capacitación
durante estos meses.
Les pedimos que aprovechen
esta maravillosa oportunidad
que se les brinda
para apoyar y ayudar
a los hermanos y a las hermanas.
Los queremos,
confiamos en ustedes.
Sabemos que seguirán
mostrando perspicacia
y que lograrán
mantener la aprobación
de nuestro Padre celestial.
Ahora llegamos a una parte
muy emocionante
de nuestro programa.
Seguro que vieron los sobres
que hay en esta mesa.
Y son unos sobres
muy especiales.
Estos sobres contienen los diplomas
de nuestros queridos estudiantes.
Una vez les demos los diplomas,
no les volveremos
a llamar estudiantes;
los llamaremos graduados,
graduados de la Escuela de Galaad.
Diremos sus nombres
y ellos se acercarán a recibirlos.
Así que empecemos.
David, por favor.
El hermano Abreu
regresará a la sucursal
de la República Dominicana.
El hermano Aimé regresará
a la sucursal de Haití.
Y el hermano Alatorre
irá a la sucursal
de Estados Unidos.
Los hermanos Arencibia
regresarán a la sucursal
de Estados Unidos.
Y el hermano Arulappa
irá a la sucursal de Sri Lanka.
Los hermanos Barrett regresarán
a la sucursal de Micronesia.
El hermano Bundavica
regresará a la sucursal de Croacia.
Los hermanos Carrillo
volverán a la sucursal del Perú.
Los hermanos Connell
regresan a la sucursal
de la República Democrática del Congo.
El hermano Dallmann
volverá a la sucursal
de Europa central.
El hermano François
irá a la sucursal de Mozambique.
El hermano Gołąb regresará
a la sucursal de Polonia.
Los hermanos Gratrix
irán a la sucursal de Japón.
Los hermanos Hadad regresarán
a la sucursal de Paraguay.
Los hermanos Iewago
volverán a la sucursal
de Papúa Nueva Guinea.
El hermano Katsantonis
regresará a la sucursal de Grecia.
Los hermanos Koch
volverán a la sucursal de Chile.
El hermano Mattusch
regresará a la sucursal
de Europa central.
Los hermanos Momo volverán
a la sucursal de Camerún.
El hermano Musona regresará
a la sucursal de Zimbabue.
El hermano Muthami regresará
a la sucursal de África oriental.
El hermano Ndayisaba
volverá a la sucursal de Ruanda.
El hermano Njewa regresará
a la sucursal de Malaui.
El hermano Ortega volverá
a la sucursal de España.
Los hermanos Pavlov regresarán
a la sucursal de Bulgaria.
Los hermanos Peinado regresarán
a la sucursal de Venezuela.
Los hermanos Pijalović regresarán
a la sucursal de Croacia.
Los hermanos Raymond
volverán a la sucursal
de Trinidad y Tobago.
La hermana Şiriner regresará
a la sucursal de Turquía.
El hermano Székely regresará
a la sucursal de Hungría.
Los hermanos Uriarte volverán
a la sucursal de Myanmar.
El hermano Van Der Veen irá a la sucursal
de la República Democrática del Congo.
La hermana Waichigo regresará
a la sucursal de África oriental.
Y los hermanos Youquoi
regresarán a la sucursal de Liberia.
Eso fue muy emocionante.
Yo tenía la parte fácil.
Recuerdo la última vez
que tuve el honor
de ser el presidente,
hace cinco años,
con la clase 148.
Fue justo antes de la pandemia.
Si recuerdan,
no nos podíamos dar la mano.
Según las instrucciones,
teníamos que chocar los codos.
Pero fue muy bonito
poder darles la mano el día de hoy
y felicitarlos por el gran logro
que han alcanzado.
Y, ahora, aquí tienen
a la clase completa.
Está claro que todos están
orgullosos de ustedes,
orgullosos de lo que han logrado,
y sabemos que harán
un excelente trabajo en el futuro.
Y ahora ha llegado el momento
de que el hermano Senad Pijalović…,
espero haberlo dicho bien.
Ya entienden por qué el hermano Schafer
dijo los nombres.
Así que Senad Pijalović
leerá la carta de la clase.
“Queridos hermanos
del Cuerpo Gobernante:
Con un corazón lleno
de agradecimiento y amor,
queremos darles las gracias
por esta maravillosa escuela.
Su hospitalidad y amor leal
nos han conmovido
a cada uno de nosotros.
Al saber que íbamos a ser
enseñados por Jehová,
teníamos expectativas altas.
Pero, como dice Efesios 3:20,
él ha hecho ‘infinitamente más
que todo lo que pedimos
o imaginamos’.
Vimos cómo las cualidades
de Jehová y Jesús
traspasaban las páginas de la Biblia
y brillaban con más fuerza.
Nunca antes habíamos visto
tan claramente lo que sienten
por la humanidad,
y eso nos llegó al corazón.
No tenemos ninguna duda
de que Jehová nos ama
y estamos decididos a reflejar
ese amor hacia los demás.
Que Jehová nos enseñara
mediante esta escuela
fue un regalo impresionante.
Nuestros instructores nos trataron
con la ternura
de un padre cariñoso
y, usando la guía de la Biblia,
nos prepararon individualmente
para nuestras respectivas asignaciones.
Ustedes,
hermanos del Cuerpo Gobernante,
enriquecieron de forma extraordinaria
nuestro paso por la escuela.
Muchas gracias por dedicarnos
su tiempo y su atención
y por el duro trabajo que hacen.
También nos beneficiamos muchísimo
de los discursos y visitas
de los ayudantes
del Cuerpo Gobernante
y de otros instructores invitados.
Con esta variedad de hermanos,
Jehová creó una hermosa sinfonía
que nos conmovió
y que resonará para siempre
en nuestros corazones.
Y, fuera del aula,
hemos aprendido mucho del amor,
la generosidad y la hospitalidad
de la familia Betel
de Estados Unidos.
Sin duda, hemos visto reflejadas
las cualidades de Jehová
en su manera de tratarnos.
Esto nos ha motivado a hacer
todo lo posible por mostrar
ese mismo amor y hospitalidad
hacia nuestros hermanos.
Al pensar en todas estas
maravillosas bendiciones,
nos hacemos la pregunta
del Salmo 116:12:
‘¿Cómo le pagaré a Jehová
todo el bien que me ha hecho?’.
Como dice la pregunta,
nunca estaremos
ni siquiera cerca de pagarle.
Pero estamos decididos a imitar
la actitud de Rebeca cuando dijo:
‘Sí, quiero ir’.
La despedida
no va a ser nada fácil
porque nos queremos
como una familia.
Pero estamos listos para hacer
la voluntad de Jehová,
aplicar las lecciones
que hemos aprendido
y estar a la altura de la confianza
que han puesto en nosotros.
Con sincero agradecimiento y amor,
sus hermanos de la clase 158 de Galaad”.
¡Qué carta tan bonita!
Transmite muy bien
los sentimientos de la clase.
Dijeron que disfrutaron
de estar con nosotros,
y a nosotros nos pasó igual.
Nos hemos animado
“unos a otros”, mutuamente,
no hay duda.
Volvamos de nuevo
por un momento
al texto de Mateo 5:13,
donde Jesús dijo:
“Ustedes son la sal de la tierra”.
Y es lo que pensamos de ustedes.
Y hemos hablado
de las propiedades de la sal.
Una es que potencia el sabor.
También dijimos
que es un germicida;
mata gérmenes.
Y también hablamos
de que es un conservante.
Pero hay otra característica
de la que hablaremos:
su valor;
la sal es valiosa.
De hecho, la obra Perspicacia dice:
“El hombre no siempre
ha podido disponer
de ella con facilidad.
Se han peleado guerras
y han estallado
revoluciones por su causa.
En la antigua China,
la sal era el producto
más valioso después del oro.
Se ha vendido
a esposas e hijos como esclavos
solo para conseguir sal [...].
Los soldados de César recibían
[un] dinero para comprar sal,
llamado salarium,
de donde procede
la palabra ‘salario’”.
Así que, aunque en los días de Jesús
la sal era común, estaba disponible,
él sabía acerca de su historia,
del valor que tenía la sal.
En los días de Jesús
se conseguía sal de las colinas
que había cerca del mar Muerto
y también por la evaporación
de las aguas de este mar.
Así que había mucha sal.
Pero Jesús conocía su historia
y sabía que la sal
era algo valioso
(aunque había mucha).
Él sabía que la sal es útil
para muchas cosas.
Tiene mucho valor,
y hoy día sigue teniéndolo.
Y otra cosa que quizá
él recordó sobre la sal
es que hay 226 gramos
—casi un cuarto de kilo—
como promedio
en el cuerpo humano.
Él fue el “obrero experto”,
participó en la creación,
incluida la del hombre.
Él sabía que tenemos
un cuarto de kilo de sal en el cuerpo
y que sin ella moriríamos.
Incluso si tenemos poca sal,
si hay un desequilibrio
y tenemos muy poca,
puede causarnos náuseas,
confusión, calambres,
convulsiones,
edema cerebral, un coma
e incluso la muerte
en los casos más graves.
Sin duda Jesús
sabía esto al haber sido
el “obrero experto”
junto a Jehová,
creando todas las cosas,
incluidos los humanos.
Así que lo que dijo
fue un halago:
son valiosos.
Y les decimos
lo mismo a ustedes:
los queremos, los apreciamos,
son valiosos.
Valoramos
todo lo que han hecho hasta ahora
y sabemos que van a hacer
un gran trabajo en el futuro.
Y para terminar
les dedicamos las palabras
de Números, capítulo 6:
“Que Jehová te bendiga y te proteja.
Que Jehová haga brillar
su rostro sobre ti
y te muestre favor.
Que Jehová alce
su rostro hacia ti
y te dé paz”.
Eso es lo que pedimos
para cada uno de ustedes,
los 52 graduados
de la clase 158.
Estamos seguros
de que los graduados
serán una bendición
allá donde vayan.
Dentro de poco,
habrá más discursos
de la graduación
disponibles en jw.org
y en la aplicación JW Library®.
Pero, antes de irnos, visitemos
a nuestros hermanos de Zimbabue.
En este país de interior,
sin acceso al mar,
hay tres tipos de clima:
el templado de la meseta central,
el cálido y seco
del valle del Zambeze
y el frío y lluvioso
de las tierras altas orientales.
También hay una diversidad de lenguas,
con 16 idiomas oficiales.
Por todo el país
hay cultivos de maíz,
y los zimbabuenses
saben sacarle mucho partido.
Lo cuecen, lo tuestan
e incluso lo fermentan
para hacer una bebida
llamada mahewu.
Una comida básica es el sadza,
que se prepara
machacando el maíz blanco
hasta convertirlo en harina
y cocinándolo lentamente
hasta que se consigue
una papilla espesa.
Normalmente se come
con las manos
y combina bien
con muchos platos
como los pies de res,
otros platos de carne
y vegetales cubiertos
con salsa de maní.
La historia de las buenas noticias
en Zimbabue
se remonta a principios del siglo veinte.
Empezaron a llegar publicaciones
por medio de trabajadores
que venían de Malaui y Sudáfrica.
En poco tiempo,
se formaron grupos de estudio,
y Nason Mukaronda,
uno de los primeros publicadores,
se bautizó en 1924.
Poco después,
el Gobierno se opuso al mensaje
porque no quería
que personas de distintas razas
se reunieran.
Para 1940,
todas las publicaciones
estaban prohibidas.
A pesar de muchos arrestos y juicios,
nuestros hermanos aguantaron,
y seis años después
se terminaron las prohibiciones.
La obra siguió avanzando
hasta que estalló la guerra
en los años setenta.
Muchos de nuestros hermanos
acabaron en prisión
debido a su postura neutral.
Esta es la Biblia
que se iban pasando los hermanos
mientras estaban
cumpliendo sus condenas.
Pero nos alegra
que en las últimas décadas
las congregaciones
hayan disfrutado
de un periodo de paz.
Actualmente, hay 50.000 publicadores
que dirigen más
de 103.000 cursos bíblicos.
Algunos de estos publicadores
tan entusiastas
están en la congregación Waterfalls,
en la capital, Harare.
Se reúnen
en el primer Salón del Reino
que se construyó en el país
y dirigen unos 200 cursos bíblicos.
Les mandan este mensaje tan especial
que, traducido del shona, significa:
“¿Cómo están?
Los queremos mucho a todos”.
¡Y nosotros también
los queremos mucho!
Desde la central mundial
de los testigos de Jehová,
esto es JW Broadcasting.