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Sofía, ¿qué estás leyendo?
Eeeh...
¡Ey!
¡Devuélveme mi gorro!
¡Dámelo!
¡Es mío!
Pobre Cati.
Se le murió su abuelita.
Quería decirle lo que va a hacer Jehová,
y no me atreví.
Quisiera tener valor.
Sofi, tú puedes ser valiente.
Ya sé, tengo una idea.
Hagamos algo juntas.
Vamos a hablar de una niña.
Ella también necesitaba valor.
¡Ey!
¡Se parece a mí!
Pues sí que es como tú.
¿Y quién es?
La Biblia...
no da su nombre.
¿Es de la Biblia?
Sí.
¿Y qué le pasa?
Está triste porque está
muy lejos de su casa,
donde nadie sirve a Jehová.
La separaron de su familia
y tiene que trabajar para un hombre
importante llamado Naamán.
Ser esclavo era algo muy duro,
y más para una niñita.
Naamán era un guerrero
fuerte y poderoso.
Había vencido
a muchos enemigos.
Pero se enfermó.
Y su enfermedad era como un enemigo
al que no podía vencer.
Nadie sabía cómo ayudarlo.
¿Y tú qué miras?
¡Ponte a trabajar!
El amo está muy mal.
Ya no tiene remedio.
Ni los dioses pueden curarlo.
¡Jehová sí!
¿Qué dijiste?
Dije que Jehová...
No digas ese nombre.
¿Dónde crees que estás?
Aquí no adoramos al Dios de Israel,
sino a estos dioses.
Es que... yo quería...
¡Que no hables de tu Dios!
¡Papi, papi!
¡No!
Umm, umm.
Papá está enfermo.
¡Pero yo quiero a mi papá!
¡Por favor!
Lo siento...
¡No!
Oh, cariño.
Señor, yo sé qué puede hacer.
¿Qué?
¡No digas ese nombre!
¡No hables de tu Dios!
Eeeh...
¿quisiera comer algo?
Sí.
Jehová,
ayúdame.
Extraño a papá y mamá.
Ella me dijo que tú siempre
estarías conmigo.
Aquí no me dejan hablar de ti.
Yo sé que puedes curar a Naamán.
Por favor haz que pueda
jugar con sus hijos.
Y ayúdame a tener valor...
para hablarle de ti.
¡No digas ese nombre!
¡No hables de tu Dios!
Hay alguien que lo puede curar.
¿Quién?
Jehová, el Dios de Israel,
mi Dios.
Su profeta hace milagros.
Él lo curará.
¡Mi señora!
Hum.
¡Mi señora!
¡Ay! ¡Uy! ¡No! ¡Uy!
¡El amo ya está aquí!
¡Estás bien!
¡Papi, papi!
¡Oh, mi amor!
¿Puedo abrazarte?
¡Claro, ven!
Mmm.
¡Ven mi niño!
Mmm, Papito, ¡te quiero mucho!
Ahora sé muy bien
que el único Dios verdadero
es Jehová.
Gracias, pequeña.
Gracias por hablarnos de él.
Ella no sabía lo que pasaría con Naamán.
Pero sí sabía que,
sin importar lo que pasara,
Jehová siempre estaría con ella.
¡Y Jehová estará
también contigo, Sofía!
Yo nunca seré como ella.
Claro que sí, Sofía.
Con que ensayes un poco,
tú también tendrás valor.
¿Sabes qué tendremos esta noche?
¿La adoración?
¡Sí!
Hagamos como si la cocina
fuera tu salón de clases.
Yo haré de Cati,
y papá y Caleb, de otros niños.
Podemos ensayar juntos.
Y así mañana tendrás
el valor de hablar con Cati.
Creía que nunca tendría valor,
pero la historia de la niña
israelita me enseñó
que Jehová me puede dar
valor a mí también.
Siento lo de tu abuelita.
Te traje este libro.
Te va a ayudar.
Gracias.
—Adiós.
—Adiós.
Oye, Tomi.
¿Quieres ver lo que leía en el autobús?
¡Oh, sí!
Es un libro que habla de Jehová.
¿Jehová?
Así se llama Dios.
También habla de las cosas
buenas que él hará,
y tiene un montón de dibujos.
Te va a gustar.
¡Guau, súper!
¡Gracias!
De nada.
Quiero seguir hablando
de Jehová en la escuela.
Y cuando no me atreva,
él me dará valor...
porque es mi amigo.

Jehová te dará valor