00:00:27
Elsa, ¿usted pintó estos cuadros?00:00:31
00:00:31
Sí, los pinté yo.00:00:33
00:00:33
¡Son geniales!00:00:34
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¿Desde cuándo pinta?00:00:36
00:00:36
Desde que me acuerdo.00:00:39
00:00:39
Es mi forma de contar a los demás
las historias de mi vida.00:00:44
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¿Me cuenta alguna?00:00:45
00:00:45
¡Sí, claro!00:00:48
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Te voy a contar una
de cuando era joven00:00:50
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y vivía en Alemania oriental.00:00:52
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Ser testigo de Jehová
estaba prohibido00:00:56
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y no nos dejaban hacer nuestra obra.00:00:58
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Yo ayudaba a copiar a mano
las revistas La Atalaya00:01:02
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y las escondía en
paquetes de comida.00:01:04
00:01:04
― ¿De verdad?
― ¡Sííí!00:01:06
00:01:06
Y luego les enviábamos la comida00:01:07
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a los hermanos que
estaban en la cárcel.00:01:10
00:01:10
También me pidieron que ayudara
a repartir las publicaciones00:01:15
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a las congregaciones...00:01:17
00:01:17
― como un “agente secreto”.
― ¡Guau!00:01:20
00:01:20
Con el tiempo, las cosas empezaron
a mejorar en Berlín.00:01:24
00:01:24
Poco después,
vine a vivir a Nueva York00:01:27
00:01:27
y conocí a mi querido esposo.00:01:32
00:01:32
― ¡Qué buena historia!
― ¡Gracias!00:01:35
00:01:35
Pero seguro que tú también
tienes buenas historias.00:01:38
00:01:38
¿Te gusta dibujarlas?00:01:40
00:01:40
Pues, sí; mira,00:01:42
00:01:43
tengo este dibujo de
cuando Caleb y yo00:01:45
00:01:45
fuimos al parque
y conocimos a una niña...00:01:47
00:01:47
¡Qué bueno que me esforcé
por conversar ese día!00:01:50
00:01:50
Los mejores amigos pueden
ser de cualquier edad00:01:53
00:01:53
si aman a Jehová.00:01:55
Busca nuevos amigos
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Busca nuevos amigos
Elsa, ¿usted pintó estos cuadros?
Sí, los pinté yo.
¡Son geniales!
¿Desde cuándo pinta?
Desde que me acuerdo.
Es mi forma de contar a los demás
las historias de mi vida.
¿Me cuenta alguna?
¡Sí, claro!
Te voy a contar una
de cuando era joven
y vivía en Alemania oriental.
Ser testigo de Jehová
estaba prohibido
y no nos dejaban hacer nuestra obra.
Yo ayudaba a copiar a mano
las revistas <i>La Atalaya</i>
y las escondía en
paquetes de comida.
― ¿De verdad?
― ¡Sííí!
Y luego les enviábamos la comida
a los hermanos que
estaban en la cárcel.
También me pidieron que ayudara
a repartir las publicaciones
a las congregaciones...
― como un “agente secreto”.
― ¡Guau!
Con el tiempo, las cosas empezaron
a mejorar en Berlín.
Poco después,
vine a vivir a Nueva York
y conocí a mi querido esposo.
― ¡Qué buena historia!
― ¡Gracias!
Pero seguro que tú también
tienes buenas historias.
¿Te gusta dibujarlas?
Pues, sí; mira,
tengo este dibujo de
cuando Caleb y yo
fuimos al parque
y conocimos a una niña...
¡Qué bueno que me esforcé
por conversar ese día!
Los mejores amigos pueden
ser de cualquier edad
si aman a Jehová.
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